Las columnas escritas para exponer el proyecto electoral que busca dirigir un partido con poder suelen estar repletas de lugares comunes (tipo “más allá de nuestras legítimas diferencias” o “el partido somos todes”) entremedio de las cuales el observador político atento debe descifrar las diferencias políticas existentes. Pero esta no es ese tipo de columna.
Por supuesto, es claro que, en la construcción de la Convergencia Social, hoy todos los sectores han hecho aportes significativos. También lo es que la pluralidad de tendencias le da al partido una vitalidad que incentiva y profundiza su debate estratégico, afinando los argumentos y agudizando la mirada.
Pero no es cierto que las diferencias sean mínimas o que no esté en juego el rumbo del partido en los próximos años. La lista “Unidad para Transformar, sumar para seguir” representa la unidad estratégica de la mayoría de las tendencias existentes en el partido en torno a una tesis clara: la derrota de las fuerzas transformadoras en el plebiscito del 4 de septiembre es estratégica. Esto tiene consecuencias fundamentales, y muchas veces incómodas.
Una de ellas son las dificultades que enfrenta nuestro gobierno para cumplir con el programa en su período de gobierno, y que mucho de lo que se logre deberá ser negociado con parte del centro político y la derecha tradicional en el Congreso. Esto implicará que aquello que se logre legislar no logrará mantener los niveles transformadores óptimos expresados en el programa de Gobierno. Por lo tanto, cuando el candidato Miguel Bustamante, de la lista “Convergencia con Todes”, declara que “Convergencia tiene que aportar elementos para que pueda mantener al máximo posible el espíritu original transformador del programa” (The Clinic, 5 de octubre de 2022), muestra que en realidad no está compartiendo el diagnóstico de nuestra lista.
Por supuesto, nuestro proyecto no se trata de renunciar a los principios expresados en los objetivos transformadores del programa presidencial. Se trata más bien de reconocer el momento político para proyectarlos en el tiempo, asumiendo que la consecución de la mayoría de ese programa podrá venir después de una nueva acumulación de fuerzas y que en este momento el desafío inmediato es la defensa democrática del país frente al alza del populismo de derecha radical. En otras palabras, será necesario apelar a la unidad de todos los sectores democráticos para derrotar esta amenaza.
Es por eso por lo que tampoco es adecuado sostener que “Los espacios que se le abren a Socialismo Democrático, para que sean parte de la conducción de este gobierno, deben estar relacionados con un lineamiento con el programa” (El Desconcierto, 16 de octubre de 2022), porque expresan una incomprensión de las consecuencias de la derrota en el plebiscito descritas en los párrafos anteriores. Nuestro proyecto entiende que, en un escenario de defensa democrática contra la reacción, no hay más espacio para la dispersión de la izquierda.
Pero incluso en algunos de los puntos en que parece haber consenso en realidad hay diferencias estratégicas. Por ejemplo, en el punto de territorialización del partido, el proyecto “Convergencia con Todes” lo justifica en términos de que “una crítica que hacemos hoy día a la izquierda en general, y al Frente Amplio en particular, es que ha enfocado su trabajo en la institucionalidad” (El Desconcierto). Esta lectura pasa por alto que justamente una de las grandes razones por las cuales el partido debe robustecerse con urgencia es lo institucional, considerando que el régimen de voto obligatorio y desregulación del gasto electoral favorece fuertemente a los sectores económicos más poderosos, en tanto incentiva un voto menos informado y más susceptible a la propaganda y “fake news”, como quedó claro en el plebiscito.
Por cierto, nada de lo descrito anteriormente implica que nuestra lista tenga “la verdad revelada”. Todas las tendencias de nuestro partido pecaron de una lectura excesivamente complaciente del estallido social de octubre de 2019 y las que conformamos el proyecto “Unidad para transformar” también. De verdad creímos que habíamos logrado avances irreversibles, pese a las reiteradas lecciones históricas de las dinámicas de revolución/contrarrevolución. Este error debe ser asumido por todas las dirigencias del partido porque al final del día quien lo paga es nuestro pueblo.
La única diferencia, pero para nada menor, es que el proyecto “Unidad para Transformar” está decidida a sacar las lecciones adecuadas de esos errores y está decidida a enmendarlos. No hay espacio entre nosotros para lecturas ambiguas. Replegarse o ampliarse nunca es cómodo porque implica construir consensos y alianzas con actores con los que tenemos diferencias significativas. Pero que no nos guste no significa que no tengamos que hacerlo.
Cuando el otro proyecto habla de la “democracia radical interna” en realidad está eludiendo la misma crisis de conducción que diagnostica como el principal problema de nuestro partido en el período anterior. Más aún, se muestra poco decidida a implementar políticas que pueden resultar incómodas.
Es evidente que nuestra conducción debe aplicar la más amplia democracia radical en la interna del partido, pero eso no excluye que debe ser capaz de conducir políticamente tanto a nuestra militancia como a nuestros aliados presentes y eventuales.
La formación es por tanto una tarea crucial, en efecto (y en esto sí que estamos todes de acuerdo), porque vamos a necesitar un partido presente en los territorios para construir la más amplia unidad de los sectores democráticos. No se trata entonces de tener una actitud de “vamos a ver cuántas de las personas que firmaron están realmente atraídas por este proyecto”. Todo lo contrario, debemos salir a sumar las mentes, corazones y manos de todes quienes se sintieron atraídes por nuestro proyecto para ponerles al servicio del nuevo Chile.
Para lograr esto es importante no solo que la lista “Unidad para transformar” gane, sino que lo haga con un amplio margen.
Nuestro sistema electoral garantiza que todas las tendencias que se presenten a esta elección estarán presentes en la nueva conducción y colaborarán en ella, pero es clave enviar el mensaje más claro de que nuestra militancia votará de manera decidida por una tesis política realista, que nos permita avanzar en cambios para nuestro país, y no ser una anécdota en la historia de Chile, sino que un partido con proyección y futuro. Tal vez no con la velocidad que nos gustaría. Pero como dice nuestro Presidente de la República, “vamos lento porque vamos lejos”.
La autora es militante de Convergencia Social, presidenta Regional Metropolitana CS y candidata a Secretaria General, Lista “Unidad para Transformar, sumar para seguir”.