Últimamente con las personas que me ha tocado interactuar, en distintos contextos, me han manifestado o he observado un desánimo, el que, aunque se disimule a ratos, termina por revelarse. Otras, me han dicho explícitamente que se sienten desanimadas y desmotivadas como nunca. He estado tentada por recomendar algún tipo de terapia, pero ahora tengo ciertas sospechas de que esta respuesta anímica tiene un origen evidente que no se puede resolver solo desde la representación que nos hacemos sobre la realidad. La situación parece estar fuera de nuestro control.
Para quienes gustamos de buscar la noticia y no somos receptores pasivos de los medios “oficiales” de información, sabemos que los ensayos de misiles norcoreanos han aumentado como nunca este año. Tal como se informa en el portal de datos Statista, “(…) las pruebas de lanzamiento de misiles norcoreanos se han intensificado en 2022. En junio ya habían alcanzado un nivel récord y desde entonces han aumentado aún más, registrándose un total de 40 lanzamientos de enero a octubre”. El viernes 18/11/22 el medio digital alemán, Deutsche Welle (DW) señala que Corea del Norte lanzó un misil intercontinental ese mismo día. Información que se habría obtenido de la agencia surcoreana Yonhap mediante una fuente militar anónima.
Asimismo, evidenciamos cada día los efectos en la economía chilena de la invasión rusa a Ucrania, tal como lo describe un medio digital de la OCDE refiriéndose a nuestro país, “Los efectos indirectos de la guerra en Ucrania ya se están sintiendo a través del aumento de los precios de la energía y los alimentos. A esto se suma las presiones inflacionarias (…)”.
Los factores de entorno dan cuenta de un contexto de incertidumbre poco optimista que parece bloquear la mirada hacia el futuro. En este marco de complejo ordenamiento, al menos para prepararnos para un escenario que ya es evidente, se ve una realidad política nacional entrampada en discusiones poco relevantes y con derecho a tanta pantalla (no han sido elegidos para el espectáculo partidista que vemos a diario), necesitamos unidad política y un real ánimo por el bien mayor, el pueblo de Chile, nuestras riquezas, nuestro futuro y, al menos, anticipar las posibles amenazas que pueden implicar para la seguridad nacional alimentaria, energética y territorial, si el escenario internacional empeora.
Nuestro país se presenta tan lleno de virtudes naturales y tan alejado geográficamente de las grandes disputas que amenazan con transformarlo todo, que cabe preguntarse, ¿cómo está pensando el gobierno y la clase política abordar una amenaza global a propósito de tantos misiles?, ¿Hay un mínimo de barreras de entrada a estos efectos?
En su libro “Un mundo común”, la filósofa española Marina Garcés señala que “la violencia del mundo global actual no parece prometer nada bueno. Vivimos el nosotros bajo el signo de la catástrofe. Por eso aumenta el deseo de inmunidad, de separación, el miedo al otro y al contagio” y plantea, citando a Kropotkin, “(…) en sus exploraciones en el desierto siberiano, los seres capaces de cooperar, de ayudarse mutuamente, de embarcarse en una lucha en común por la existencia, son los más aptos.”
Hemos dado nuestro voto para que se anticipen a las amenazas para Chile, puede venir un monstruo grande, ¿estamos atentos? Y si ello sucede, ¿estamos preparados?
Por Eva Fuenzalida M.
Docente de Teoría Organizacional, Experta en Competencias, Coach y consultora D.O.