Durante estos días, la mayoría de las comunidades educativas se encuentran finalizando sus años escolares. En cada escuela y liceo del país se están desarrollando premiaciones, graduaciones y balances anuales. Por eso que creemos que es el momento de mirar hacia atrás y reflexionar sobre este año escolar, que estuvo lleno de desafíos, y de paso, reconocer los avances logrados en comunidad.
Durante 2022 las escuelas fueron puestas en el centro del debate público, luego de dos años de pandemia y una prolongada suspensión de clases presenciales, nuestro sistema educativo debió enfrentar diferentes cambios y crisis de manera simultánea. Por una parte, se acrecentaron las dificultades y las brechas en el aprendizaje, lo que ha afectado en mayor medida a estudiantes en contextos de mayor pobreza, incrementándose la deserción escolar y los registros de inasistencia constituyen una situación grave. Por otra parte, aumentó la violencia escolar, debido a los efectos de la pandemia en las habilidades de socialización de niñas, niños y adolescentes.
Ante este panorama, el ministro de Educación Marco Ávila asumió la conducción de esta cartera en un contexto sumamente desafiante, en los más de 11 mil 200 establecimientos educacionales de nuestro país. La crisis incubada mostró la profunda diferencia existente entre los contextos presentes en nuestro país, evidenciando la imperiosa necesidad de plantear un nuevo horizonte para el sistema educativo chileno.
Quienes nos vinculamos con la educación pública destacamos dos aspectos fundamentales en la gestión de esta crisis por parte del ministro Ávila. Primeramente, la importancia de abordar las problemáticas del actual contexto a través de políticas integrales, como ha sido la Política de Reactivación Educativa “Seamos Comunidad”, que ha marcado prioridades y una hoja de ruta a través de cinco pilares: convivencia, bienestar y salud mental; fortalecimiento y activación de aprendizajes; revinculación y garantía de trayectorias educativas; transformación digital y conectividad; e inversión en infraestructura escolar.
En segundo lugar, la relevancia de escuchar y dialogar permanentemente con las comunidades educativas, ha implicado un cambio radical con respecto a las gestiones ministeriales del gobierno anterior, sobre todo en lo que atañe a la valoración del trabajo de docentes y asistentes de la educación. La preocupación por lo que ocurre al interior de la sala de clases ha sido el eje estructurador de la agenda educacional del gobierno del presidente Gabriel Boric.
Lo anterior, acompañado por la vocación de construir con amplitud, hace eco de los desafíos en educación, que son tan relevantes, que requieren a todas y todos sin excepciones. Como ha quedado evidenciado, la convocatoria del ministerio es a abordar las problemáticas de exclusión escolar como un desafío país.
En 2023 debemos seguir desarrollando una agenda educativa que nos permita abordar las consecuencias aún persistentes de la pandemia, sin dejar de lado los desafíos a futuro del sistema educativo, que nos permitan avanzar hacia una educación integral, inclusiva, innovadora y no sexista. En esta tarea, es indispensable continuar contando con un liderazgo ministerial que establezca prioridades y lineamientos claros, siempre con apertura, diálogo y capacidad de escucha de quienes se encuentran en la sala de clases.
Matías Sembler, Investigador en Educación y Coordinador de Contenidos de Revolución Democrática.
Alejandra Toledo, Licenciada en Educación y Presidenta de Revolución Democrática Valparaíso