¡Por las que cuidan! Reivindicar el trabajo de cuidado, nuestra deuda con las mujeres

  • 07-03-2023

En el marco de marzo feminista, resulta necesario volcar la mirada hacia el rol que cumplen las mujeres en las labores de cuidado no remuneradas.

El trabajo no remunerado es todo aquel que se realiza sin pago económico, siendo principalmente las tareas domésticas y las labores de cuidados de personas en situación de dependencia, como lo son niños, niñas, adolescentes, adultas y adultos mayores, personas enfermas o discapacitadas.

Según el estudio “¿Cuánto Aportamos al PIB?”, las labores domésticas y de cuidado no remuneradas están avaluadas en 44,5 billones de pesos anuales, lo que en 2015 equivalía al 22% del PIB, superando el aporte que hacían todas las demás ramas de la actividad económica de país, incluso la minería que aportaba con un 6,7%. De ese 22% un 67% es recaudado por mujeres, debido a que somos nosotras las que ejecutan principalmente estas labores.

La Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2015 –ENUT-, constató que las mujeres dedican más del doble de horas diarias que los varones al trabajo no remunerado, con un promedio de 5,8 horas diarias versus 2,9 horas diarias respectivamente. En la región de Coquimbo las mujeres destinamos 6,09 horas diarias y los varones 3,6 horas diarias.

El estar a cargo de las labores de cuidado no remuneradas, ha hecho que las mujeres restamos nuestra participación en la vida pública, quedando por mucho tiempo fuera del trabajo remunerado y de la participación política, lo que ha significado que al querer ser parte de estos espacios se encuentren con barreras difíciles de superar.

En el ámbito de lo político, las mujeres hemos tenido que luchar por ingresar al sistema, conquistando primeramente el derecho a sufragio. Luego, la sub representación política se presenta como la principal barrera para instalar asuntos que permitan avanzar en la dignidad de la vida de las mujeres, pues el sistema político es un espacio construido por y para varones. Las cuotas de paridad, han permitido que las mujeres disputemos cada vez con más fuerza los espacios políticos de toma de decisión, sin embargo, sigue siendo un desafío tremendo que abordar.

Por su parte, en el ámbito del trabajo remunerado, las mujeres se enfrentan a un sistema laboral pensado para personas que no hacen suyas las labores domésticas y de cuidado, resultando tremendamente angustioso y complejo su ingreso a estos espacios, generando que opten por trabajos con alto riesgo de ser precarios, reproduciendo la vulnerabilidad socioeconómica de las mujeres. Al respecto ENUT, señala que las mujeres dedicamos 5,6 horas al trabajo remunerado y los varones 6,2 horas, evidenciando la menor presencia que tiene las mujeres en estos espacios. Sumado a esto en la Encuesta nacional de empleo se observa que, en la región de Coquimbo, el principal motivo de las personas que no buscaron trabajo o no estuvieron disponibles para trabajar y recibir una remuneración en 2021, fue por responsabilidades familiares permanentes, del total de personas con este motivo, el 95% eran mujeres.

La premisa patriarcal sobre que la responsabilidad de las labores de cuidado recae sobre las mujeres, provoca detrimento en la salud física y mental, pues cargan con la responsabilidad de buscar diversas alternativas para compatibilizar las labores de cuidado con la generación de recursos económicos, ya que los espacios de trabajo remunerado en muchas ocasiones no están diseñados para personas que se hacen cargo de personas en situación de dependencia.

En este marzo feminista y en el contexto de re-pensar la constitución, es necesario visibilizar que las labores de cuidado son indispensables para el desarrollo del país, son el sustento de la vida humana y no pueden seguir ocurriendo a costa del desarrollo de la vida digna de las mujeres. Es por ello que se debe instalar la discusión de como avanzamos hacia un Estado que se haga cargo de las labores de cuidado y deje de sacrificar la vida de las mujeres para satisfacer esta necesidad social. Es momento de comprender que no somos las mujeres las únicas responsables de resguardar la vida humana, sino que es tarea de la sociedad en su conjunto, por tanto, resulta vital buscar los mecanismos que nos permitan avanzar hacia una sociedad que reconozca, remunere este trabajo y se haga cargo de manera corresponsable de las labores de cuidado.

Camila Sabando Vega
Candidata al Consejo Constitucional
Región de Coquimbo
Convergencia Social, Frente Amplio

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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