Los derechos humanos: de todos sin excepciones

  • 29-03-2023

La declaración universal de los derechos humanos es, probablemente, el consenso más importante que nuestra especie haya alcanzado. En su preámbulo, este crucial documento que en 2023 cumple 75 años destaca que el “reconocimiento de la dignidad inherente y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana es la base de la libertad, la justicia y la paz en el mundo”.

Así, establece un piso de dignidad para toda persona, por el solo hecho de haber nacido, y compromete a todos los Estados del mundo, independientemente de su ideología y su ubicación. No es derecha ni izquierda ni está sujeta a ningún otro tipo de división. Pero, al mismo tiempo, está permanentemente expuesta a vulneraciones, por lo que el trabajo en su defensa ha de ser necesariamente incesante.

El horizonte hacia el cual hay que caminar sin descanso -aunque parezca utópico- es que esta declaración universal sea motivo de consenso y no de discrepancia entre nosotros. Aun luego de haber vivido los traumáticos sucesos de la dictadura, cuando se pensó que podríamos comprometernos colectivamente con el Nunca más, nos encontramos a poco andar con que aquello era más una expresión de intenciones que una realidad, porque la Historia siempre puede volver a repetirse.

Es tarea de todos, de nadie en particular, reaccionar frente a situaciones en las cuales se relativice la validez de los derechos humanos. La vecina que ha gritado “basta de derechos humanos” está, en su comprensible dolor, completamente equivocada, tal como lo estuvo la alcaldesa de Providencia, quien de hecho horas después de sus primeros dichos salió a precisarlos. Pero las amenazas van más allá de estos dos hechos puntuales. Fenómenos en ascenso como el negacionismo, con sus retóricas hostiles a los derechos humanos expresadas desde el interior de los sistemas políticos y de los poderes del Estado, alarman y hacen preocupar por el presente y el futuro, en la medida que cuentan además con respaldo electoral.

Los medios de comunicación masivos, a veces imbuidos de un tipo de comprensión de las libertades que los lleva a desentenderse de su rol social, no solo pasan por el lado, sino que suelen naturalizar y reproducir sentidos comunes atentatorios contra los derechos humanos. La manera simplificada en que se abordan temas como la migración y la delincuencia son dos entre muchos ejemplos que se podrían mencionar.

Los derechos humanos son aquellos “instrumentos fundamentados en la dignidad humana que permiten a las personas alcanzar su plena autorrealización”. No hay, por lo tanto, política pública que no deba tenerlos en plena y radical consideración.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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