El jefe de la Alianza rindió homenaje a los soldados ucranianos caídos y, además, inspeccionó el material militar ruso expuesto en una plaza de Kiev. Luego se reunió con el presidente Volodimir Zelenski, a quien reiteró que la Alianza Atlántica mantendrá su apoyo sin fisuras a Ucrania el tiempo que sea necesario. La visita de Stoltenberg se produce en momentos en que los militares ucranianos se preparan para la contraofensiva de primavera, luego de los avances rusos durante el invierno, especialmente en torno a la ciudad de Bajmut.
La presencia del economista y político laborista noruego es uno de los gestos más significativos del apoyo occidental a Ucrania desde el inicio de la invasión rusa. El viaje, preparado con secretismo y bajo fuertes medidas de seguridad, supone, además, un espaldarazo a las esperanzas de Kiev de lograr su ingreso a la Alianza Atlántica o, al menos de que su postulación a la OTAN no sea rechazada.
Algo que sigue aún sin plazo concreto pese a las buenas palabras de los líderes de la OTAN y la entrega masiva de armamento aliado al ejército ucraniano. “A Ucrania le corresponde estar en la OTAN. Y con el tiempo, nuestro apoyo ayudará a hacerlo posible”, dijo Stoltenberg durante una rueda de prensa junto a Zelenski en Kiev.
No obstante el mismo Stoltenberg, apenas hace un mes y mdeio atrás, a finales de febrero, aseguraba que la entrada de Ucrania en la Alianza es un proyecto a “largo plazo”. Una ambigüedad que contrasta con la urgencia que muestra Zelenski y su equipo de gobierno por ser miembros de la organización, algo que quedó patente cuando -en un gesto muy poco protocolar- el mandatario ucraniano instó al dirigente noruego a que invite formalmente a su país a integrarse a la OTAN y que aporte un calendario detallado para completar el proceso de adhesión.
“No hay ninguna barrera objetiva para adoptar ahora mismo la decisión política de invitar a Ucrania a formar parte de la Alianza, cuando la mayoría de la población en los países de la OTAN y la propia Ucrania apoyan el acceso”, dijo Zelenski. Lo cierto es que la actitud de Zelenski no debiera sorprender porque sólo evidenciaba el objetivo que Kiev persigue formalmente desde 2017, cuando incluso se enmendó la Constitución para reflejar esas aspiraciones en su Carta Magna.
El objetivo del presidente ucraniano es conseguir que esa invitación se produzca oficialmente durante la próxima cumbre de la OTAN en julio en Vilnius, Lituania. Tanta es su urgencia por ingresar lo más pronto posible a la Alianza noratlántica que incluso ha llegado a sugerir que, si no hay algún tipo de compromiso concreto para poner en marcha el proceso de adhesión, podría no asistir a la cita. De hecho, a fines de septiembre de 2022 su Gobierno ya solicitaba formalmente la entrada en la OTAN mediante un procedimiento “acelerado”, pero nada indica que la Alianza esté dispuesta a acortar unos plazos que suelen implicar muchos años de largo proceso.
El diario ‘Financial Times’ advierte, por su parte, que en cualquier caso existe consenso para que esa adhesión no se produzca mientras Ucrania esté en guerra con Rusia. Y los motivos son evidentes: un escenario de esa naturaleza no sólo merecería la condena de Moscú, sino que podría precipitar el temido enfrentamiento directo, el mismo que la OTAN ha venido tratando de evitar todos estos meses, según propia confesión, aunque en los hechos no lo parezca.
Desde la capital rusa, el portavoz del Kremlin Dmitri Peskov reiteró la posición de su país y dijo que uno de los objetivos “incondicionales” de la guerra que sus militares libran en suelo ucraniano es impedir esa integración. “De otro modo implicaría un peligro serio y significativo para la seguridad de nuestro país”, advirtió Peskov, ante esta visita que se produce apenas 24 horas antes de que los ministros de Defensa de los países aliados de Ucrania se reúnan nuevamente en la base estadounidense de Ramstein (Alemania) para abordar nuevas entregas de armamento.