Así como es inadecuado equiparar a un gobierno democrático, como el de Salvador Allende, con otro ilegítimo y que violentó gravemente la institucionalidad y los derechos humanos como la dictadura, también lo es la pretensión de hacer opinable el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, bajo el extraño argumento que solamente acto seguido empezarían los hechos unánimemente repudiables.
Abrir esa puerta daría pie para explicar, e incluso justificar, la grave violación cometida por las Fuerzas Armadas y Carabineros a la Constitución de 1925 y a sus propias atribuciones, al levantarse y derrocar al gobierno democráticamente elegido por voluntad del pueblo en las elecciones del 4 de septiembre de 1970 y posterior votación del Congreso Nacional. Para los actos de aquella mañana de martes ninguna disposición institucional validaba a los golpistas, por lo tanto, no cabe justificación alguna.
Así como es igualmente legítimo en democracia tener una buena o mala opinión del gobierno de la Unidad Popular, es falaz establecer una mera relación causa-efecto entre la gestión del Presidente Allende y el Golpe. Mirado en una perspectiva regional mayor, el principal factor que llevó a los militares a levantarse contra gobiernos democráticos fue el adoctrinamiento de las fuerzas armadas latinoamericanas por Estados Unidos a través de la Escuela de las Américas, debido a su deseo de impedir el desarrollo de proyectos progresistas y que no correspondieran a la Doctrina Monroe, originalmente establecida para enfrentar los afanes colonialistas europeos en América Latina y que devino en la concepción de nuestra región como un mero patio trasero de la potencia del Norte. Al momento del Golpe Militar en Chile, Estados Unidos ya había alentado e instalado regímenes autoritarios y títeres en varios países de la Región, de hecho en Uruguay el golpe había ocurrido meses antes y en nuestro suelo había exiliados de otros países del continente, como los brasileños que huyeron luego del derrocamiento del presidente Joao Goulart en 1964, también alentado por la CIA.
La siniestra Escuela de las Américas, fundada por el ejército estadounidense en Panamá en 1946, dio instrucción en principio a personal militar de país y latinoamericano, pero a partir de 1956 sus clases fueron impartidas únicamente en español. Ahí fue donde militares posteriormente golpistas de todo el continente aprendieron la lógica del enemigo interno, los controvertidos cursos de contrainsurgencia y el uso de las más viles torturas y las ejecuciones sumarias. Muchos de esos alumnos perpetraron con posterioridad graves violaciones a los derechos humanos contra sus compatriotas, incluyendo a miembros de la chilena DINA. Si el supuesto mal gobierno de Allende fuera el mero causante del Golpe ¿cómo se explica el asesinato del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, ocurrido semanas antes de la asunción de Allende, organizado y financiado por Estados Unidos con el solo propósito que aquello no ocurriera?
Todos estos antecedentes nos llevan a la conclusión que no se puede separar al Golpe de las violaciones a los derechos humanos posteriores, como si una cosa fuera opinable y la otra no. En la doctrina inoculada por la Escuela de las Américas a los militares latinoamericanos, derrocar gobiernos progresistas y violar los derechos humanos eran parte de una misma concepción.