Cordero y los motivos de la fijación con Campillai

  • 08-08-2023

Habiendo llegando a un irrespeto extendido por la verdad en el debate público, es una muy buena noticia que la Justicia esté actuando para, en principio, restituir la honra de una persona, pero, tan o más importante, para establecer un piso mínimo de racionalidad en la política chilena. El desafuero de la diputada María Luisa Cordero por sus dichos sobre la senadora Fabiola Campillai es, entonces, más que un hecho puntual.

Decimos respetuosa pero convencidos que el evidente deterioro en el nivel del Congreso Nacional, en especial en la Cámara de Diputados, se expresa en la elección de personas cuya fama se basa en la descalificación sin fundamentos, conducta de la diputada que ya era conocida desde antes. No haremos aquí la larga lista de exabruptos y hechos bochornosos que han protagonizado parlamentarios en apenas un año y cinco meses, pero sí decir que una de las principales víctimas ha sido la verdad. Nuestra esfera pública, lo cual incluye a los medios de comunicación, ha mostrado debilidad y falta de resistencia ante la proliferación de falsedades, hecho que contrasta sorprendentemente con el vigor con el que se ha embestido contra una mera comisión asesora, cuyo propósito es precisamente estudiar y hacer propuestas de política pública para abordar la desinformación.

No hay cultura ni religión en el mundo donde la mentira sea motivo de orgullo y virtud. La Humanidad, en sus a veces profundos matices y violentas contradicciones, coincide sin embargo e independientemente de su procedencia geográfica e idiosincrática, en que la mentira es una conducta indeseable de los seres humanos. Por poner solo uno entre infinitos ejemplos, La Biblia católica señala que el mundo de la mentira es un mundo de esclavitud, mientras que, como señala el Evangelio según San Juan, “la verdad os hará libres”. No hay manera en que la mentira, más aún cuando ofende a otras personas sobre algo tan doloroso e invalidante como la pérdida de la visión, sea motivo de justificación o defensa, pero sin embargo la bancada del partido al cual la diputada Cordero pertenece, Renovación Nacional, ha esquivado criticarla e incluso algunos de sus integrantes exhibieron públicamente solidaridad con la parlamentaria. Qué más se podría agregar para explicar la pérdida de parámetros mínimos de la política chilena.

Luego de conocer el desafuero, otro parlamentario, el republicano Gonzalo de la Carrera, anunció una serie de acciones administrativas para fiscalizar a la senadora Fabiola Campillai. Se evidencia entonces una animadversión persecutoria, algo que irrita a algunos diputados que no parece ser otra cosa que la evidencia y el recordatorio, a través del cuerpo y de la vista perdida de Campillai, de las graves violaciones a los derechos humanos ocurridos durante el gobierno anterior, lo cual no es la opinión de un individuo sino una realidad contundentemente demostrada por prestigiosos organismos nacionales e internacionales. Anular a Fabiola Campillai es procurar el olvido y la impunidad, por eso tanto interés en aquello.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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