La disputa por las memorias. Cinco textos para no olvidar

  • 17-11-2023

Según UNESCO, “el negacionismo busca borrar la memoria de las atrocidades cometidas, lo que puede fomentar la repetición de tales crímenes en el futuro”. En este contexto, para algunos debería sancionarse mediante leyes, mientras otros sostienen que la circulación de estos discursos debe ser enfrentada a través del debate y no mediante leyes que lo sancionen penalmente.

A 50 años del golpe este tema y otros que tienen que ver con la memoria adquieren una vigencia dramática ante los casos de violación de derechos humanos no solo hace medio siglo, sino también durante el estallido social del 2019, más aún en medio de la proliferación de los discursos negacionistas que hoy, en medio de las crisis y la deriva conservadora, circulan sin contrapesos.

Y es que el libro “La disputa por las memorias”, no está desligado del fenómeno del negacionismo, en tanto lo que se niega o intenta negar tiene precisamente que ver con estas memorias, memorias incómodas que interpelan, incriminan y desafían un presente que insiste en omitirlas.

Mientras escribo estas líneas no puedo eludir el horror que significa asumir que aquello que Hobswaum llamó “el siglo de los genocidios”, en alusión al siglo 20, al Holocausto y otros horrores, hoy, en el siglo 21, continúe repitiéndose, esta vez  contra del pueblo palestino y perpetrado por un ejército que asesina en nombre de aquellos que ayer vivieron ese horror  en campos de exterminio como Auschwitz,  Buchenwald, y en tantos otros .

En su reciente libro, “Sociología de la Masacre”, Manuel Guerrero alude a Bauman y su interpelación a la sociología  ante un vacío teórico acerca de los horrores del Holocausto, pero abriendo  su reflexión a las lógicas específicas de la violencia en los genocidios, las guerras civiles y, por contraste, en los terrorismo de Estado, desarrollando  conceptos como  masacre y  genocidio, y deteniéndose en un punto que  nos permite interrogamos sobre la naturaleza humana: acerca de sus grandezas, y en este caso sus miserias.

Se trata de aquellos mecanismos que permiten la desconexión moral al punto de despojar al otro de toda humanidad y transformarlo en aniquilable; o las dinámicas que llevan a la víctima a ser un colaborador, o la participación civil en el ejercicio de la violencia mediante el mecanismo de la delación, la denuncia, o la venganza por motivos personales.

A partir de esa expulsión de la comunidad moral de iguales de quienes han sido calificados como alteridad negativa a eliminar, ( hoy Netanyahu señalando que está ante “animales humanos”, en referencia a los palestinos,  ayer los nazis en el holocausto a 6 millones de judíos) me detengo en una cita de Semelin contenida en el libro de Guerrero  a propósito de la racionalidad “delirante “ que existiría  tras estas lógicas  “ entendido de que la relación entre el verdugo y su futura víctima radica en la negación de  la humanidad de ese otro “bárbaro”. Delirante puede significar una representación paranoica de ese otro, percibido como una amenaza y hasta una encarnación del mal. Ahora bien, -sigo la cita-la particularidad de una estructura paranoica es su peligrosidad, ya que la convicción de habérselas con un “otro “maléfico es tan fuerte que existe, efectivamente, el riesgo de pasar al acto: en la masacre, la polarización bien/mal y amigo/enemigo llega a su paroxismo, como en la guerra. Por eso, la masacre se aviene siempre con la guerra, o si no hay guerra propiamente dicha, es vivida como un acto de guerra”.

Esta lógica es la que envuelve el libro “ La Disputa por las memorias. Reflexiones a 50 años del Golpe de Estado”, editado por la Facultad de Comunicación e Imagen/FCEI de la Universidad de Chile y que reúne un conjunto de ensayos de académicas y académicos del Núcleo de Memorias de las Artes y las Culturas quienes desde diversos tópicos interpelan estos 50 años del Golpe de Estado en una reflexión coral que abre con un Prólogo de Pascale Bonnefoy , académica y periodista autora de libros fundamentales sobre memoria y DDHH , y quien pone bajo la lupa este término “memoria”, asumiendo su pluralidad y complejidad, así como su carácter multidimensional .

De esta forma el texto parte con el trabajo de Dino Pancani y su mirada sobre las distintas formas como el país ha conmemorado cada década del golpe de estado: “Apuntes para el cincuentenario del golpe cívico-militar”, y de qué forma los contextos políticos y sociales  inciden en ella. La académica e investigadora María Eugenia Domínguez sitúa su reflexión en “La Memoria de los libros”,  una lectura esencial y poco abordada  del rol que estos han tenido en la construcción de relatos. La antropóloga y periodista Loreto Rebolledo realiza un lúcido e interesante paralelo de diversos momentos entre lo vivido, lo recordado y lo militado (todas formas de memoria) en su texto “Testigos y Testimonios. A propósito del libro Una mirista en Villa Grimaldi”, de Nubia Becker. La antropóloga María Elena Acuña aborda los aspectos pendientes del enclave de la secta de Paul Schafer en  “Memoria e historia de Colonia Dignidad”, mientras  las jóvenes periodistas  Fiorella Lopresti y Sofía Salinas cierran el libro  con su trabajo “Continuos y contrastes de la violencia política contra las mujeres”, enfocando su estudio en el ineludible carácter de género que esta violencia  asume  en los cuerpos de las mujeres ayer, hoy y siempre.

“La Disputa por las memorias. Reflexiones a 50 años del Golpe de Estado” es un texto que rompe con el estereotipo de las escrituras academicistas para situarse en la fluidez del ensayo y en la originalidad y pertinencia de los aspectos que se relevan.

De esta manera el rescate del género testimonial y su aporte en la construcción de relatos que tienen que ver con las memorias, en este caso la aguda disección emprendida por Rebolledo a partir del libro de Nubia Becker/Carmen Rojas, una ex presa política que en distintas momentos publica su experiencia como mujer, militante, presa política y torturada; los silencios y omisiones de las diversas conmemoraciones del golpe de estado, incluyendo esta última, abordada por la pluma afilada de Pancani;  la deuda con las memorias de Colonia Dignidad , que aún no logra ser declarado sitio de memoria en una competencia de responsabilidades entre el estado chileno y el alemán que a veces nos remite a  viejas complicidades; el rol del libro y la lectura en la construcción de memorias, desde las quemas de libros al surgimiento de los primeros trabajos editados bajo dictadura, y que hacen  del libro un objeto peligroso y perseguido por la dictadura, así como un registro fundamental y necesario , tema abordado con solvencia  por Dominguez; y finalmente, la aplicación de la violencia política y sexual contra las mujeres que desafían los mandatos patriarcales a lo largo de la historia, es decir hace 50 años, como lo documenta en estas mismas páginas  Nubia Becker/Carmen Rojas, y también  durante las movilizaciones de las últimas dos décadas, incluyendo el estallido del 2019, como muy bien señalan Lopresti y Salinas  en el necesario estudio que cierra este libro.

Termino señalando la calidad e importancia de este libro que abre una colección y con ello el desafío de exhibir a una academia atenta a los avatares de su tiempo, comprometida con todas las disciplinas y saberes y a la vez con el destino y la salud democrática de su país.

Faride Zerán.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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