Hoy, como cada 21 de febrero, desde el año 2000, se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, con objeto de recordar a la comunidad internacional el hecho de que promover la diversidad lingüística y la educación multilingüe constituye un factor que incrementa la calidad la educación y fortalece el desarrollo de sociedades sostenibles. En nuestro país, aunque se ha avanzado en la promoción de la diversidad lingüística –en específico, de las lenguas indígenas–, aún falta mucho para que las lenguas originarias de este territorio cuenten con las condiciones necesarias que aseguren su transmisión a nuevas generaciones y, de esta forma, su supervivencia.
Chile y los chilenos y chilenas somos, desde el punto de vista lingüístico, herencia viva de estas lenguas. Y es que el nombre del país del que formamos parte es un nombre indígena, cuyo uso es anterior a la llegada misma de los primeros colonos españoles, en el siglo XVI. No hay seguridad acerca de la lengua de la cual proviene este nombre –quechua, aymara o mapuzugun–, pero no se duda de su origen indígena. Al igual que el territorio, la lengua hablada en él fue denominada en lengua indígena: Chilidugu ‘lengua de Chile’ fue el primer nombre con que el mapuzugun fue registrado y descrito durante los siglos XVII y XVIII por los sacerdotes jesuitas encargados de la misionalización del Reyno de Chile. Luis de Valdivia, por ejemplo, escribió, en 1621, el texto denominado Sermón en lengua de Chile. ¿Habrán sido, pues, los habitantes de este Chile, hablantes de la lengua de Chile, los primeros o los verdaderos chilenos? La etimología permite plantear esta reflexión.
En la actualidad, la lengua de Chile, así como el resto de lenguas indígenas habladas en el territorio, están en peligro de extinción (ver Ethnologue: https://www.ethnologue.com/language/arn/). Aunque el pueblo mapuche es el más numeroso (con el 79,84% de la población que, según el Censo de Población y Vivienda del 2017, se identifica como indígena) y su lengua la más hablada (entre 10 mil y 1 millón de usuarios la tienen como lengua materna, según Ethnologue), se la considera en peligro porque ya no es habitual que los niños y las niñas la aprendan y la utilicen. Es sabido que el destino de las lenguas está unido al destino de sus hablantes: si los hablantes cuentan con reconocimiento y prestigio social, sus lenguas también los tendrán; por el contrario, si lo hablantes son discriminados, las lengua sufrirán el menosprecio por parte de los hablantes de lenguas mayoritarias, sociopolíticamente fuertes; es lo que ha ocurrido con la mayor parte de las lenguas indígenas de todos los continentes, como el sami, en Europa (Noruega, Finlandia y Suecia); el cree, en Canadá; el maya en México y Guatemala; el aymara en Bolivia, Perú, Argentina y Chile, ambas en América Latina.
En el siglo XXI, cuando la política cultural y, sobre todo, la diversidad lingüístico-cultural, cobran valor, son importantes, las lenguas indígenas, así como los saberes de los pueblos que las utilizan. Aunque, como decíamos, en Chile ha habido avances en esta materia, como la instalación de señaléticas en lenguas indígenas en los servicios públicos y la incorporación de la las lenguas indígenas en la Ley General de Educación, el año 2008, que instala curricularmente la asignatura de lengua indígena (quechua, aymara, rapa nui y mapuzugun), estas lenguas siguen sin ser valoradas en la sociedad chilena: no son lenguas públicas de acceso a la información y la comunicación, no hay medios de comunicación en lenguas indígenas, no hay funcionarios públicos en los principales servicios del estado que presten servicios de interpretación y traducción en estas lenguas, así como tampoco hay cursos en escuelas ni cátedras en las distintas universidades chilenas donde estas lenguas sean lenguas vehiculares de enseñanza. Es necesario el desarrollo de políticas lingüísticas que vayan más allá del papel y del valor simbólico y que apunten a la razón de la existencia de las diversas lenguas en el mundo: el ser adquiridas en la infancia o aprendidas en otras etapas de la vida para ser habladas, para ser empleadas como herramientas eficaces de comunicación.
Más allá de la pertenencia étnica y de las diferencias políticas, en países donde conviven diversas naciones como Chile, es importante fortalecer el uso las lenguas indígenas porque estas son la base de la comunicación intercultural –entendida como aquella que se establece entre hablantes de lenguas y culturas diferentes, que han experimentado previamente procesos de socialización distintos y han desarrollado marcos de conocimiento diferentes– y el desarrollo de la competencia comunicativa intercultural –las habilidades que permiten satisfacer eficazmente las necesidades comunicativas surgidas a partir de las diferencias entre los hablantes–. Por esto es que las lenguas son consideradas puentes para el entendimiento, para la paz social, además de ser instrumentos de acceso a la sabiduría milenaria de los pueblos indígenas, que pese a las circunstancias históricas conservan, hablan y usan sus lenguas. Debemos aprovechar que aún hay cantos, poesía y discursos vivos en lenguas indígenas; debemos re-conocer este territorio, sus lenguas y a sus hablantes. Wuñotuay mapuzugun ka kom llitunchezugun Chile mapu mew!!