Con nominaciones a los premios Oscars para sus protagonistas – las fabulosas Annette Bening y Jodie Foster- la película “Nyad” está basada en la historia real de la primera persona que logró la hazaña de nadar desde Cuba hasta Estados Unidos y lo hizo a sus 64 años de edad. Un recordatorio de la fuerza y la potencia de las mujeres mayores que se rebelan a los mandatos.
Menos del 5% de las películas más vistas en 2021 fueron protagonizadas por mujeres de más de 60 años. Esta cifra no ha cambiado mucho en las últimas dos décadas según el Center for the Study of Women in Television and Film, que desde 2002 comenzó a analizar anualmente las cien películas con mayor recaudación de Estados Unidos. Como la mayoría de lo que vemos en Chile está mandatado por la industria Hollywoodense podemos suponer que lo que llega a nuestras pantallas -y a nuestros ojos, incluso vía plataformas- no es muy distinto.
Aún estamos en un momento en donde, en las películas, la cantidad de protagonistas masculinos doblan al de mujeres, y en donde el 70% de los personajes femeninos tienen menos de 40 años. Estas cifras son relevantes no sólo en términos de lo subrepresentada que está la mitad de la población mundial, sino también porque nos muestran que, por lo menos para la industria del cine, a medida que envejecemos las historias sobre mujeres son cada vez más escasas. Según la investigación 18% de las películas tuvieron protagonistas en sus cuarenta, 7% estuvieron protagonizadas por mujeres de cincuenta y, como decía más arriba, menos del 5% tuvieron a mujeres de más de 60 en su centro.
El conflicto central de la película “Nyad” –basada en la vida de la nadadora Diana Nyad que, a sus 64 años, y en su quinto intento, logró nadar en 53 horas los 180 kilómetros que separan Cuba de Florida, Estados Unidos- tiene que ver con la necesidad de seguir sintiéndose relevante y con propósito en, aquello que llaman, la tercera edad. La protagonista de esta historia –igual que las protagonistas de la mayoría de las películas- tuvo su momento de gloria y reconocimiento antes de los 30 años. A esa edad decidió abandonar la natación y dedicarse al periodismo deportivo, labor que ejerció por más de tres décadas. Según nos cuenta la película, pasado los 60 años, Nyad decide que necesita un nuevo desafío para darle sentido a su vida y se embarca en esta aventura que nadie –ni siquiera ella misma a los 28 años- había logrado realizar antes. Apasionada y testaruda, Diana Nyad va en busca de apoyos para su proyecto y lo que recibe, inicialmente, son negativas relacionadas con su capacidad para lograr este desafío a esa edad. Finalmente logra completar la hazaña gracias al apoyo de un grupo de personas tan porfiadas y apasionadas como ella y en el proceso aprende varias lecciones de tenacidad y humildad.
“Nyad” está disponible en Netflix y tiene a sus dos actrices principales nominadas al Oscar: Annette Bening, que interpreta a la nadadora y Jodie Foster, quien hace el papel de Bonnie Stoll, la mejor amiga y fiel entrenadora de la protagonista. Ya esos dos nombres –fundamentales en el cine estadounidense de las últimas cuatro décadas- son buenas razones para verla, una película correctamente filmada que utiliza cada recurso a su disposición para mostrar el proceso que hizo posible este momento extraordinario, al tiempo que da cuenta de las dificultades –incluyendo situaciones de violencia y abuso- que explican por qué la protagonista llegó a ser lo que es. Sumaría que se trata de una historia inspiradora no sólo sobre las posibilidades de hacer lo extraordinario si nos enfocamos a ello, sino –especialmente- de lo imprescindible de los vínculos que sostienen, apoyan y nos protegen, incluso de nosotros mismos, en momentos críticos. Pero, probablemente, lo que más celebro de “Nyad” es el ejercicio de visibilizar la fuerza y la potencia de las mujeres mayores que, contra todo lo que les dice el mundo, siguen teniendo tanto que dar y tanto que enseñarnos. Estamos envejeciendo cada día, saber que el futuro puede ser promisorio –si logramos revelarnos a los mandatos sobre el cuerpo y el habitar de las mujeres- me da esperanza.