A nivel latinoamericano Chile disfruta del mejor acceso a servicios de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas residuales, situándose a par de cualquier país desarrollado. Debido a esto, enfermedades asociadas a microorganismos, como la fiebre tifoidea o el cólera, que cobraban la vida de miles de chilenos a inicios del siglo XX se han prácticamente erradicado.
Pero otra amenaza invisible podría esconderse en el agua. Corresponden a los micro y nanoplásticos. Los microplásticos son partículas derivadas de distintos polímeros plásticos, que miden entre 1 y 5000 micrómetros. Como comparación el grosor de un cabello es de alrededor de 60 micrómetros. Los nanoplásticos son aún más pequeños, con un tamaño menor a 1 micrómetro. Se estima que éstos últimos podrían tener el mayor impacto en la salud, ya que serían fácilmente absorbidos por el organismo, penetrando incluso en nuestras células.
A inicios de este año, investigadores de la Universidad de Columbia publicaron un estudio que contabilizó un promedio de 240.000 partículas de micro y nanoplásticos por litro en diversas aguas embotelladas. Alrededor del 90% correspondieron a nanoplásticos. Recordemos que Chile se encuentra noveno entre los países que más gastan en agua embotellada, con un consumo por persona de alrededor de 40 litros anuales. Inquietantemente, los micro y nanoplásticos también se encuentran presentes en el agua “de la llave”.
Aunque la mayoría de los efectos nocivos de los micro y nano plásticos se han investigado en animales, un estudio difundido a comienzos de este mes encendió la alerta de sus consecuencias en la salud humana. Publicado en una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, mostró que pacientes que acumularon micro y nanoplásticos en las paredes de las arterias tuvieron un riesgo 4 veces y medio mayor de sufrir infarto al miocardio, accidentes cerebrovasculares o de morir que aquellos en los que no se detectó la presencia de estos contaminantes. Aunque el estudio no demostró que los residuos plásticos fueran la causa de los problemas cardíacos, su asociación entrega una de las primeras evidencias científicas de su impacto en los seres humanos. Si el acceso casi universal a agua libre de microorganismos patógenos fue uno de los logros en salud pública más importantes del siglo pasado, el desafío en la actualidad es desarrollar tecnologías costo-efectivas que permitan disponer de agua libre de nanoplásticos, previniendo de esta forma sus efectos nocivos en la salud.
Dr. Daniel A. Bórquez, Centro de Investigación Biomédica de la Universidad Diego Portales.
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