Ucrania: desesperado por más flujo de armas y dinero. Parte I

  • 09-04-2024

Una contraofensiva que puso todo el potencial bélico de Ucrania y sus apoyos tecnológicos de Estados Unidos y la Europa Otanista en un camino de fracaso absoluto, no sólo del régimen kievita sino que de sus patrones occidentales y que ha merecido críticas muy potentes al interior de los gobiernos europeos y en especial del congreso norteamericano que ve al gobierno ucraniano como un saco roto que recibe y recibe apoyo militar y financiero sin cumplir los objetivos de derrotar a las fuerzas rusas. Ha sido una enorme cantidad de recursos militares y económicos puestos al servicio de una entidad administrada por un presidente como Volodimir Zelensky, considerado parte de una trama de corrupción que ha tenido que ser invisibilizada en el marco de atacar al enemigo principal de occidente hoy como es la federación rusa.

Y, hablo de fiasco de Estados Unidos, la Europa Otanista y su testaferro ucraniano, no sólo desde el punto de vista militar, sino también político y económico. Militar pues las fuerzas del régimen kievita no han podido conquistar un misero kilómetro cuadrado de los territorios bajo el dominio de las repúblicas populares de Donetsk, Lugansks y el ejército ruso, que ya controlan un amplísimo semicírculo protegiendo la zona del Donbás. Recordemos que dentro de los objetivos prioritarios ordenados a Zelensky era mostrar que su cacareada contraofensiva tenía resultados en el terreno práctico, comprobable, de tal manera de hacer menos complejo el seguir suministrando dinero a raudales y armas como si lloviese copiosamente. Objetivo número uno para seguir apoyando con entusiasmo al gobierno neonazi ucraniano y posibilitar que el Donbás, zona del este ucraniano, habitada en un 98% por rusoparlantes y ligados estrechamente cultural, histórica y lingüísticamente con la “madre Rusia” tuviera alguna posibilidad alguna de volver a estar bajo una administración ucraniana y eso ya es imposible.

Una realidad que no va a cambiar por más que el verborreico mandatario francés, que en la disputa por el liderazgo europeo pretende presentarse como el frontón contra el cual se estrellará Rusia en Europa. Un Emmanuel Macron que sostuvo que su gobierno seguirá apoyando a Ucrania “pues la amenaza existencial que representa Rusia tiene repercusiones en toda Europa” Macron reveló a medios europeos que el continente se encuentra comprometió con el envio de municiones y armamento a Ucrania peor que aún no define un envio de tropas francesas combatir en Europa oriental, como lo ha venido amenazando y que el 14 de marzo pareció ser una decisión (1) Palabras que causaron la inmediata oposición del otro competidor por el liderazgo de esta Europa convertida en el patio trasero de estados Unidos. Me refiero al canciller alemán Olaf Scholz quien ha señalado que si Francia se involucra directamente en la guerra su país no está dispuesto a apoyarla. Es la misma Alemania que está definiendo si envía los poderoso misiles de mediano alcance Taurus (desarrollados en común unión con Suecia) que se sumarían a los misiles ya en activo en suelo ucraniano, Storm Shadows británicos.

El Gobierno de Francia desea mostrarse como el alumno ejemplar, el siervo más fiel de los dictados de Washington y está presionando a su industria de la guerra para acelerar la producción de equipos militares y armamento para Ucrania. Tan fuerte son estas presiones que amenazó con requisar equipos o ‘tomar’ la dirección de dichas compañías para satisfacer las necesidades de Kiev, según dio a conocer el medio estadounidense “Bloomberg” el pasado 26 de marzo “Por primera vez, no descarto recurrir a lo que permite la ley”, declaró a la prensa el ministro de Defensa francés, Sebastien Lecornu. “Esto significa que, si hay retrasos en la producción, podemos utilizar requisiciones o el derecho a priorizar los pedidos”, afirmó el general galo (2)

Fuera de las disputas entre París y Berlín, lo evidente es que ambos países junto a una Polonia – en la voz de su primer ministro Donald Tusk – que quiere pescar a rio revuelto en materia de conseguir la recuperación de lo que considera sus territorios del occidente ucraniano, como lo hemos sostenido en anteriores artículos (3) han decidió avanzar en medidas concretas, tanto para aumentar como para acelerar el envio de armas de la unión Europa a Ucrania. La idea del llamado Triángulo de Weimar. Esta triada belicista ha acordado trabajar ciertas líneas estratégicas de apoyo al régimen kievita:

  1. Adquisición de más armas en el mercado mundial.
  2. Ampliar la producción del escaso aprovisionamiento de misiles, tanques, drones, proyectiles de artillería, tanques y obuses en los complejos militares europeos. En este punto, por ejemplo, Bélgica destinará 100 millones de euros a Ucrania para el mantenimiento de cazas F-16, parte d ellos cuales serán entregados por la propia Bélgica, siempre y cuando Estados Unidos se comprometa a reponer esos F16 con los modernos F35 –Entrega que se unirá a los cazas que Dinamarca también se ha comprometido a proporcionar a Kiev. Europa peligrosamente atrae los combates a territorios más oriental con la creencia que Estados unidos correrá a socorrerlos si Rusia decide asestar un golpe demoledor.
  3. Formar una nueva coalición de capacidades para la artillería de misiles de largo alcance – donde entrar los mencionados Taurus y los Storm Shadow británicos – esto en el marco del denominado formato Ramstein (4)
  4. Incrementar la entrega de drones – hasta un millón de ellos, cuya operatividad está a cargo de Letonia y Gran Bretaña coordinado la llamada “coalición de drones” conformada Alemania, Dinamarca, Letonia, Lituania, Países Bajos, Suecia y al cual se sumarían Polonia y Canadá (5)

Esas son las palabras de dirigentes con sus propios problemas internos pero la realidad es más compleja en materia de las propias relaciones entre estos personajes, sus ambiciones políticas, los objetivos de desgaste de la oposición y sobre todo el camino de vasallaje ante estados unidos que ha convertido a Europa en un grupo de países cervatillos, sin soberanía, sin política exterior propia y con dificultades económicas en función de favorecer en forma monumental a quien más se ha beneficiado con esta guerra en materia económica: estados Unidos. País que provee armas, que vende gas y petróleo a precios más altos de aquellos recursos energéticos que recibí de Rusia antes de la guerra. Negocio redondo para Washington y los grandes conglomerados transnacionales, tanto estadounidenses y europeos que no conocen de patria, sino que intereses. La disputa en Europa entre Francia y Alemania no es de dignidad sino respecto a quien encabeza el vasallaje con respecto a Washington.

Un Estados Unidos cuyo sector energético y la industria armamentística han registrado desde febrero del año 2022 a la fecha, récords históricos de facturación y beneficios. En lo referente al gas, Washington ha incrementado sus ventas a Europa – que cortó sus lazos con Rusia como proveedor – hasta en un 150% – y con precios cuatro veces superiores a los que pagaba n gran parte d ellos países europeos por el gas ruso. Un ganador económico de la guerra, sin poner en peligro la vida de ninguno de los miembros de sus fuerzas armadas El sector del complejo militar industrial también es uno de los grandes favorecidos, que sostiene 800.000 empleos directos convirtiéndose en motor de le economía estadounidense. Las exportaciones de armamento de Estados Unidos el año 2023 se incrementaron en un 49,1% – comparado al año 2022 – hasta superar los 200.000 millones de dólares. Por su parte los países europeos, obligados por Washington a incrementar su PIB destinado a temas de la guerra a un mínimo del 2% – cifra marcada por la OTAN ha significado según los datos publicados por el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), un aumento del 13% en el gasto militar europeo y del 3,7% a nivel global (6)

 

Pablo Jofré Leal

Articulo para SegundoPaso ConoSur

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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