Una gran variedad de disciplinas artísticas fueron protagonistas de la inauguración de los Juegos Olímpicos (JJOO) París 2024. Ópera, danza, heavy metal, teatro, cabaret, voguing, rap, historia del arte, arquitectura, entre otros. Una ceremonia que no dejó indiferente a nadie y nos recordó nuevamente el espacio que comparten las artes y el deporte. Como decía Pierre de Coubertin, fundador de los JJOO modernos, “el arte quizás sea un deporte, pero el deporte es un arte”.
Sin embargo, la organización de la inauguración pidió disculpas públicas tras el revuelo causado por uno de los actos del espectáculo, que provocó la reacción de la Iglesia Católica en Francia. Representantes eclesiásticos acusaron al evento de imitar burlescamente “La Última Cena” de Da Vinci, considerándolo una burla hacia la cristiandad. Por su parte, la Iglesia Ortodoxa de Bulgaria criticó la falta de los “criterios estéticos europeos”, como el ideal clásico de belleza: “Un espíritu sano en un cuerpo sano”.
Ambas instituciones se referían a la secuencia titulada “Festividad”, en donde el cantante francés Philippe Katerine apareció semidesnudo encima de una mesa, acompañado por drag queens. Su interpretación del dios griego Dionisio hacía referencia a la obra barroca “El Banquete de los Dioses” (Jan Harmensz van Bijlert, 1635), la cual, según publicaron los JJOO en sus redes sociales, “nos hace tomar conciencia del absurdo de la violencia entre seres humanos”.
Si no era una referencia a “La Última Cena” ni pretendía ofender un símbolo cristiano, ¿qué es lo que realmente molesta de esta representación? Durante siglos nos acostumbramos a ver ideales de belleza, a través del culto a la perfección física, tanto en las artes como en el deporte. Según los organizadores, el objetivo de la obertura era, precisamente, representar la diversidad de la sociedad francesa actual.
En el pasado, el arte estaba casi exclusivamente al servicio de la temática religiosa, lo que resultaba en una representación ajustada a los cánones de belleza. Hoy, sin embargo, diversos cuerpos, creencias y expresiones de género muestran al mundo sus creaciones artísticas e imaginarios. ¿Se les permitirá realmente formar parte de las manifestaciones culturales o continuarán perpetuándose las marginaciones históricas?
Por Carlos Carrasco, Comunicaciones DiCREA.
Esta columna fue parte del Boletín DiCREA. Inscríbete para recibirla cada viernes.