Si bien los procesos constituyentes recientes no tuvieron como resultado una nueva Constitución para Chile, sí son un reflejo legítimo de la voluntad ciudadana en busca de cambios profundos en los acuerdos basales de la sociedad, particularmente en temáticas que alcanzaron amplio consenso. Dentro de aquellas, se encontraba la inclusión de los animales no humanos en la Constitución.

Es lamentable que este anhelo no haya tenido eco en el Congreso a través de la aprobación de proyectos de ley de protección de los animales, salvo una excepción, la prohibición del testeo cosmético. Y, pese a la confianza inicial depositada, tampoco en el Ejecutivo ha existido la intención de encauzar dichos acuerdos a través de un avance serio e integral en las políticas relacionadas con los animales.

Hoy, 13 de agosto de 2024, la Cámara ha rechazado el proyecto de ley que buscaba prohibir las carreras de perros y con esto queda demostrado que no se está a la altura de las circunstancias, si no que a merced de las afinidades de diputadas y diputados con grupos que tienen interés en perpetuar un Chile-fundo donde el abuso de poder está a la orden del día.

El miércoles 24 de julio, cuando estuvo a punto de ser votado en la Cámara el boletín 15388-12, que buscaba prohibición, los galgueros se tomaron la calle frente al Congreso, mientras que las organizaciones animalistas y activistas, compuestas mayoritariamente por mujeres, tuvieron que ingresar al patio del Congreso, ya que no era seguro desplegar lienzos o pancartas con la frase “No Más Carreras de Perros” al lado de los galgueros. Incluso se tuvo que reforzar la seguridad, cosa que no ha ocurrido otras veces donde solo hay presencia de defensores de los animales, y esto es un reflejo de algo más profundo.

En un país con un desequilibrio poblacional canino que genera riesgos a comunidades, humanos y otros animales, es razonable tomar todas las medidas necesarias para evitar el abandono animal, y considerar seriamente cómo se interrelacionan el uso de animales para fines de apuestas y la violencia en sí misma que esto implica en la vida de esos animales, violencia vicaria, drogas y alcohol, violencia y ruralidad, afectación de la infancia, etc.

Sin duda, prohibir las carreras de perros es uno de los temas básicos a concretar en temas de protección, lo que ya ha sucedido en Argentina, Uruguay y Brasil. Que nuestro país no dé el paso repercute en la protección animal que se está consiguiendo en la región.

La indignación ante el rechazo de este proyecto es grande y va a pesar en las próximas elecciones. Las personas preocupadas por los demás animales son mayoría. Esperamos que en el Congreso sean capaces de ver más allá de lo que parece un conflicto entre dos grupos con un interés en el tema, y puedan preguntarse por el tipo de sociedad que queremos, y si esta sociedad se construye desde el abuso de poder o desde la empatía.

Por Catalina Ibaceta de Fundación Justicia Interespecie y Pamela Órdenes de Fundación Galgos Chile.