Los miembros del colectivo Historias desobedientes. Familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia, queremos expresarnos respecto a la discusión que ha suscitado el despido de Isabel Amor, exdirectora del SernamEG en Los Ríos. Lo hacemos con conocimiento de causa: somos hijos e hijas, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas, de los responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Disociándonos de ese legado, reconocemos las atrocidades por ellos cometidas y las condenamos abiertamente para sumarnos a la defensa de los derechos humanos.
Desde esta posición, la situación de Isabel Amor no puede sino interpelarnos.
Se la acusa de haber ocultado informaciones; concretamente, de no haber dado a conocer desde un principio su filiación. Al respecto, solo podemos decir que, si en el ámbito privado cada cual es libre de decidir en qué momento y frente a quién hace ese tipo de revelaciones, en el ámbito público y político, y en particular en espacios vinculados a los derechos humanos, es indispensable asumirlo, por muy doloroso que sea, y tomar posición, independientemente del vínculo afectivo que se tenga con esa persona.
Sobre este segundo punto, se le reprocha a Isabel Amor haber relativizado los crímenes que cometió su padre. Ciertamente, se limitó a repetir lo que él dice, que es en parte lo que dice oficialmente su condena por “encubrimiento”. Cabe preguntarse por cierto si esa relativización no proviene de la condena misma, que reproduce la versión del criminal. En todo caso, se sabe que la tortura en Chile no provenía exclusivamente “del extranjero”, ni “de otras dictaduras”: los torturadores, entre los cuales se cuentan nuestros padres y familiares, eran también de aquí -de nuestro propio país, de nuestra propia casa-. Como desobedientes, nos parece importante tomar una posición clara y sin ambigüedades, más allá de lo que afirmen los imputados intentando justificarse, y de lo que establezca la justicia misma, que con demasiada frecuencia los protege.
De modo más general, se ha planteado la pregunta: ¿pueden los hijos e hijas de criminales de lesa humanidad acceder a cargos públicos, específicamente en el campo de los derechos humanos? Creemos que sí, bajo estas condiciones.
Con todo respeto y profunda comprensión, invitamos a Isabel Amor y a todos aquellos y aquellas que, como nosotros, condenan los crímenes cometidos por sus propios familiares, a sumarse al colectivo Historias desobedientes. Familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia.
Colectivo Historias desobedientes
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