Como bien dice la contratapa del libro, este hermoso texto compuesto de varios ensayos se presenta como una carta de amor a Diamela Eltit. Son textos -que fueron presentados de forma oral en distintos espacios y lugares- que transitan entre la lealtad y el afecto hacia la escritora; entre la belleza de la escritura como una experiencia estética y política; y el movimiento que impulsa un viaje por distintos marcos de sentido.
Así estas escrituras canoeras, nómade, propician una tránsito de ida y vuelta entre los bordes y el centro, lo que evidencia realidades dispares y al mismo tiempo un reconocimiento y conciencia del “aquel” que no soy “yo”, sino el “otro/a”. Vemos que escritura y política se sustentan recíprocamente como operaciones que ordenan y reconfiguran la experiencia común de lo sensible.
Rubí Carreño, con su estilo cercano y certero nos entrega un abanico de relatos donde abundan citas a la cultura popular, a la música, películas y series como contorno de un mundo actual, convulso y en crisis. Pero también aborda una realidad situada que habla desde una memoria y una historia colectiva. Es nuestra memoria, es la memoria del exilio y la desaparición, es la contramemoria de la memoria, donde aflora la experiencia encarnada y real.
¿Puede identificarse esto con una lógica ética que quiere que las formas de la escritura y las formas de la política se identifiquen directamente las unas con las otras?
En este sentido las nociones de arte/escritura y vida alcanzan una relevancia única. Se trata de difuminar los límites entre ambas nociones, donde la escritura se vuelve vida, y la vida es escritura, volcando en el gesto mismo todas las impresiones y devenires que la propia existencia propicia.
Decimos que la escritura se vuelve vida, porque todo en ella está vivo, porque refleja el movimiento mismo de la vida, y refleja también la belleza de cómo suena o se lee esa vida. De cómo es el saboreo de esa vida.
Por otro lado, estas escrituras canoeras, nos presentan un viaje por distintos movimientos de sentido, que re-plantean las formas de cómo se configura la ficción, y de cómo podemos abordar la condición de vida de la autora. En este caso, la figura de Eltit es clave para poner en marcha todo un sistema de sentidos críticos, donde la experiencia y la experimentación, son protagonistas. Destacamos, así mismo, el lugar desde donde se escribe, el lugar de las pulsiones, “se escribe a partir del tejido de poéticas, subjetividades y de la transgresión constante a las leyes de la encomienda, el fundo y el supermercado”.
¿Puede la escritura desprenderse de una sujeción influida y relacionada con las formas de poder?
En este libro encontramos una clara apuesta que busca esa des-sujeción, haciendo tambalear las estructuras hegemónicas y evidenciando el lugar de la invisibilización.
Rubí Carreño lee a Eltit desde cerca, lo hace en femenino, desde el afecto y la ternura, pero también mostrando toda la potencia de la autora, que la ha posicionado como una de las escritoras más importantes e influyentes de nuestro tiempo.
Este libro nos presenta también, la importancia de generar nuevos análisis a partir de conferencias y charlas en el presente, dando espacio a la oralidad, y a la conversación, propiciando un “entre todas” y reconfigurado -como hemos mencionado- la experiencia común de lo sensible. Así, podríamos pensar que mediante nuevas formas de utilizar el lenguaje, rompiendo el vínculo entre las palabras y las cosas, se crea una nueva forma de articulación del discurso y de la realidad.
Una realidad, en este caso, interpelada por la cultura viajera, el tránsito de sentidos y el vínculo estrecho entre la escritura y la experiencia de la vida cotidiana. Porque como dicen: “Es imposible ver el mundo desde el centro, tan sólo es posible verlo atravesándolo en todas direcciones”.
Por Claudia Cofré Cubillos.