Banca y recesión

  • 13-09-2011

Los violentos sacudones bursátiles que han caracterizado la semana económica mundial `y que previenen una nueva recesión, convergieron con la decisión del Central de Suiza de salir a defender su moneda frente a la fuerte apreciación ante el euro, producida por la búsqueda de nuevos refugios por parte de los inversionistas. Como se sabe, éstos han estado abandonando posiciones consideradas poco seguras, a raíz de una cada vez más amplia percepción de que avanzamos hacia una nueva recesión, si es que ya no se está comenzando a vivir.

Junto al franco suizo, otras monedas de naciones menos comprometidas con la crisis de 2008 y con finanzas públicas más sanas, también se han apreciado, entre ellas las de países escandinavos, Singapur, Nueva Zelandia y Corea del Sur, cuyas monedas se han fortalecido frente al dólar en niveles que oscilan entre 4% y 9% este año. Asimismo, el precio del oro ha seguido su rally alcista superando los 1.900 dólares la onza y varios analistas creen que podría superar los 2.000 dólares, próximamente.

Tales movimientos son señales de la preocupación de que Europa comunitaria no consiga superar su actual impasse político-económico, que EE.UU. no logre encaminar su economía y que Asia, en especial China, se vea arrastrada a una disminución de actividad por la caída europeo-norteamericana. En efecto, la DC alemana de la canciller Angela Merkel ha perdido seis elecciones seguidas, muestra que los ciudadanos no aceptan ajustarse el cinturón para favorecer otras economías sobre las que, como Grecia, vuelve a rondar el fantasma del default, a pesar de la ayuda entregada. Tampoco italianos, portugueses o irlandeses quieren asumir planes de austeridad. Y aunque buena parte de la solución pasa por europeizar la deuda de los países sobre-endeudados, los acreedores, Alemania y Francia, especialmente, no están aún dispuestas a descargar sobre sus bancos –los mayores prestamistas de esos países – las pérdidas que aquello significaría.

Pero todo indica que los agentes financieros comienzan a apostar por un inevitable macro arreglo en el que será la banca mundial –porque ya no hay dinero gubernamental para otro salvataje- la que deberá absorber los costos de una crisis que ella misma desató. Y los bancos lo saben. Por eso están dando paso a un colosal ajuste. Según diarios europeos, el británico HSBC despedirá a 30 mil personas (10% de la planilla), Goldman Sachs a 5 mil, UBS a 3.500; Royal Bank of Scotland a 3 mil y Bank of America a 4 mil, entre otros. Sólo en la banca europea y estadounidense los despidos superarán el millón de personas. En Grecia, la fusión de dos principales entidades financieras, Alfa y Eurobank, la semana pasada es otra muestra de la tendencia, así como los planes de austeridad y recortes presupuestarios en la mayoría de aquellos.

Otra señal es el costo de los Credit Default Swap del sector. Los CDS de Royal Bank of Scotland, BNP Paribas, Deutsche Bank e Intesa Sanpaolo, entre otros, se han negociado a niveles de 390 puntos básicos, lo que significa que el costo anual de asegurar 10 millones de euros llega a los 390.000 euros, una cifra que ante la actual debilidad económica es impagable. Este costo de asegurar bonos de la banca hoy, dicen analistas, es mayor que el que obligó a los gobiernos a intervenir para rescatar la banca tras el desplome del 2008. Por otro lado, la noticia de que las autoridades en EEUU demandarán a 17 bancos en el mundo, arrastró aún más bajo al sector. La Agencia Financiera Federal de Vivienda acusa a dichas entidades de engañar a las financieras hipotecarias estatales Fannie Mae y Freddie Mac sobre la fortaleza de valores respaldados con garantías hipotecarias y reclama la devolución de US$ 196 mil millones. A mayor abundamiento, Josef Ackerman, director ejecutivo de Deutsche Bank, dijo que muchas entidades no podrían hacer las reservas necesarias, si su exposición a la deuda soberana europea se contabilizara a valores de mercado.

Esto muestra que la banca mundial banca está seca, pese a las inyecciones de liquidez realizadas por el Central Europeo y la FED, que alcanzarían a 16 millones de millones de dólares. El sistema parece, pues, dirigirse a un shock que bien podría coincidir con el nuevo aniversario del colapso de Lehman Brothers, el próximo 15 de septiembre. Hasta ahora, en vez de inyectar las cuantiosas sumas de dinero en reactivar la producción, los recursos se destinaron a tapar agujeros de los bancos. Esa es la política que ha ralentizado la economía real y la causa de los fundados temores de recesión a la que se suman cada vez más actores. La hora de la verdad para la banca parece estar llegando.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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