¿El final de la izquierda?

  • 31-07-2012

La unión de los partidos Demócrata y Socialista significa algo más que un acuerdo electoral de dos formaciones clave de la política chilena. Se trata del encuentro creciente entre el centro y la izquierda, lo que está difuminando ésta en beneficio de posiciones cada vez más moderadas.

El mismo fenómeno ocurre desde hace décadas en Europa. Sólo que allí se da derechamente entre posturas más conservadoras y progresistas, en desmedro también de aquellas. Así lo postulan autores como el filósofo italiano en Derecho Norberto Bobbio y los periodistas franceses Jacques Julliard (“Le Nouvel Observateur”) y Claude Imbert (“Le Point”).

Estos dos últimos escribieron juntos “La droite & la gauche, qu’est-ce qui les distingue encore?”, que se traduce como “La izquierda y la derecha, ¿qué las distingue aún?”.

Ciertamente, no es del caso en esta columna distinguir entre ambos espacios de la geografía política, sino sobre lo que separa y une en Chile la izquierda del centro. La comparación con el caso de Europa es válida en la medida que la derecha llena en ese continente lo que se sitúa al lado no izquierdista del espectro. Los ejemplos más conocidos son el conservadurismo británico, el Partido Popular español (y la bancada popular del Parlamento Europeo), la Democracia Cristiana italiana, el gaullismo francés.

Es en América del Sur donde la izquierda proletaria se deslizó a un centro progresista, a través de regímenes como los de los socialistas Lula, Michele Bachelet y los uruguayos Vázquez y Mujica.

El resultado es que los partidos revolucionarios se han convertido en socialdemócratas, permitiendo el surgimiento de una especie de izquierda rosada, que plegó las viejas banderas rojas en favor de políticas embozadamente pro neoliberales, que tienden a privilegiar la regulación del mercado sobre la intervención estatal, la democracia representativa sobre las utopías, e incluso el emprendimiento sobre el igualitarismo y otros “cazabobos” del pensamiento de derecha, adalid de la libertad individual.

¿Significa esta evolución el final de la izquierda? Diversos autores adjudican a Bobbio el rol de teórico de tal postura, cuando él constata, al menos, el cambio sustancial de ese vocablo.

Pero cada vez que tiene lugar una contienda electoral reaparece con fuerza la controversia entre moderados y radicales –como en el debate hecho libro entre Imbert y Juilliard-, al punto que el enfrentamiento alcanza altos grados de virulencia y divisionismo. Este fenómeno se da incluso con ocasión de las elecciones municipales. Claro que las próximas que tendrán lugar en Chile en octubre próximo serán el preludio de las presidenciales y parlamentarias del año siguiente, lo que las politiza más.

Es singularmente interesante que no sólo el centro adoptara –en las últimas décadas- posiciones más avanzadas, sino que hasta la derecha haya hecho suyas algunas políticas de la centroizquierda, como, por ejemplo, las asistencialistas que ejecuta el Presidente Piñera.

Lo que vendría a reforzar, desde el otro polo, la tesis del final de la izquierda.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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