Testimonio de una detención ilegal: Entre Kafka y Fellini

El Instituto Nacional de Derechos Humanos presentará acciones legales por la situación vivida por la abogada Paulina Maturana Vivero, quien fue detenida de forma ilegal y vivió en carne propia una serie de irregularidades perpetradas por Carabineros. Radio Universidad de Chile publica su historia.

El Instituto Nacional de Derechos Humanos presentará acciones legales por la situación vivida por la abogada Paulina Maturana Vivero, quien fue detenida de forma ilegal y vivió en carne propia una serie de irregularidades perpetradas por Carabineros. Radio Universidad de Chile publica su historia.

Las denuncias sobre el abuso policial suman y siguen. Y éstas no solamente se limitan al actuar violento en las manifestaciones sociales como han comprobado distintos organismos de derechos humanos, sino que se pueden encontrar en la labor diaria de Carabineros.

Una detención ilegal y procedimientos “dudosos” es lo que relata a continuación la abogada Paulina Maturana Viviero. A raíz de este hecho, el Instituto de Derechos Humanos patrocinará acciones legales para esclarecer lo ocurrido.

El viernes 26 de abril se cumplían 80 años desde la publicación de la obra “el proceso de Kafka”. Sin imaginarlo, este 26 de abril, comencé mi propio proceso kafkiano que pareció inserto en una absurda y brutal realidad de aquellas plasmadas en los guiones de Fellini. Me encontraba el viernes 26 a partir de las 16:00 en la 47 Notaría de Santiago, de Elías Jarufe ubicada en calle Pedro de Valdivia ( 3317) con Capitán Orella, realizando un trámite personal; cuando una pareja de carabineros usando chaleco reflactante llegó a eso de las 16:30 buscando a un joven que había robado en la tienda Adidas ubicada en la vereda del frente de Pedro de Valdivia.

En la Notaría había unas 20 o 30 personas a la espera de sus documentos. (Esa notaría es pequeña y se encuentra justo en la esquina, por lo que la gente suele esperar afuera de la misma, en la vereda, hasta ser llamados a viva voz por los funcionarios para la entrega de los documentos.) Entre las personas se encontraba un joven de unos 20 años, su señora embarazada y su hijo de unos 6 años. Ellos estaban realizando un trámite de finiquito. Uno de los carabineros ordena al joven identificarse y mostrar la mochila. El joven pregunta por qué y el carabinero insiste con mucha fuerza. El joven abre su mochila frente a todos y la muestra. En ella guardaba sus efectos personales.

Entonces el carabinero dice que se lo tiene que llevar detenido por el robo. Según el carabinero, el joven era el autor del robo reciente en la tienda Adidas. Todos los presentes reaccionaron diciendo a viva voz a los policías que era un error pues el joven se encontraba en la notaría, e incluso le señalaron que habían visto a dos jóvenes correr y doblar en la esquina recientemente. El carabinero intenta esposarlo y unas 10 personas – hombres y mujeres- se oponen tratando de razonar con él. Incluso una señora de ojos azules y cabello rubio se para delante del joven. El carabinero no habla, no se identifica, no mira. Como un robot, aplica fuerza sobre todos e intenta esposar y llevarse detenido a un señor que le explica lo que ocurre. El representante de la empresa que iba a finiquitar al joven, le mostraba los papeles del finiquito y le insistía que en era un error. La señora del joven, visiblemente embarazada, se desespera y gritaba. El niño gritaba y lloraba pidiendo que no se llevaran a su papito que no había hecho nada…

En ese escenario, saco mi carnet de la cartera, me identifico como abogada y se lo muestro al carabinero, intentando explicar que hay un error grave. Le pido que por favor recapacite ya que, según le dicen las personas, los ladrones ya huyeron corriendo. Le pedía una y otra vez que se identificara, que nos diera el nombre, rango. El carabinero sin mirarme, como si yo no existiera, pide refuerzos y tomándolo del cuello, esposa al joven a la reja de la notaría con mucha brutalidad. Entonces llegan en minutos varias patrullas y carros, al menos 5 o 6, se bajan al menos 15 carabineros de uniforme y de civil. El notario trataba de razonar con los carabineros y nadie oía. Al ver a tanto uniformado, yo gritaba que me dijeran quién estaba a cargo del procedimiento, pensando en que se podría razonar con esta persona. El propio Notario Jarufe pedía que le dijeran quién estaba a cargo e intentaba hablar con los carabineros.

En ese minuto, dada la desesperación, llamo desde mi celular al 133 y denuncio que hay un procedimiento en la Notaría con fuerza excesiva, que obedece a un error y solicito que acudan al lugar.

Llegan autos con balizas con personas de civil, pienso que es la PDI, pero era un carabinero de civil. Le pregunto si está a cargo. Me dice que no. Trato de explicarle y en segundos, me tomaron de los pies y de las manos y como si fuera un paquete, me sacaron del lugar. Lo mismo ocurrió con todos los presentes. Al joven lo redujeron con fuerza excesiva y a su mujer embarazada, una carabinera la arrastró por el suelo y la condujo a una patrulla. Cuando llegaron a la patrulla, al soltarla, ella azotó su cabeza en el pavimento. Al niño lo toman y lo metieron a la patrulla, yéndose a toda velocidad. Todo esto entre gritos desgarradores de la señora y el niño y voces de protesta de los presentes. Vi al menos a dos jóvenes que filmaban lo ocurrido.

El guión de Fellini

Quedé absolutamente impotente. Luego llega una camioneta gris con una carabinera, le pregunto si ella viene por la llamada que yo hice al 133. Le explico lo ocurrido y me dice que el procedimiento ya se hizo y que no hay nada que hacer. Le explico que quiero hacer un reclamo por el actuar de carabineros, que yo sé muy bien que la pega es difícil pues desde la academia hace años que he hecho clases a carabineros.

Entonces, inexplicablemente para mí, hay un cambio en la recepción de la carabinera y visiblemente molesta empieza a requerir dónde he hecho clases y quién soy yo y a hablarme de forma totalmente irrespetuosa. Le digo que no es forma de referirse y le pido se identifique, ella me obliga a mostrar el carnet. Le explico que no tengo inconvenientes, pero que le quede claro que ella no tiene ese derecho; le digo que está haciendo uso de poder porque tiene un arma. El policía de civil que va con ella anota todos mis datos y luego ellos me dan los suyos y se van, diciéndome que han conducido a los jóvenes a la 33 comisaría. ( Subteniente Sandra Zapata Bustos N° 979726-E; Subteniente Sergio Jimenez Torres N° 987170 de civil)

La 33° Comisaría.

Mi diálogo con la subteniente fue escuchado por una mujer de tes morena y pelo con tinte colorín, que vestía un elegante vestido blanco con negro. Ella apoya lo que digo. Decido en voz alta que me voy a la comisaría a ver a los chicos y algunos transeúntes me explican el camino, especialmente las personas que cobran el derecho municipal por estacionamiento. Llego a la comisaría y ya estaba allí el representante de la empresa que iba a finiquitar al chico. (Wladimir Guajardo Parra de la empresa Procret tel: 3793680, 2740921) Le pido el nombre y datos para poder preguntar por el joven. Recién ahí sé que se trata de Daniel Briones Aguilar. También estaban los padres de Daisy, su mujer, muy preocupados.

Anoto los nombres y pido hablar con una carabinera, quien amablemente escucha mi relato y me señala que ella no tiene conocimiento de lo que le cuento, por cuanto ningún detenido le ha sido entregado.

La madre de la muchacha insiste en que están en los calabozos, pues su hija le ha avisado por celular. La carabinera me hace esperar y vuelve diciendo que efectivamente están, pero que ella no puede hacer nada, porque aún no le pasan oficialmente los antecedentes de los detenidos. Pido hablar con el superior a cargo de la comisaría, me dice que no está y me conduce a hablar con el de mayor rango. Lamentablemente no sé nada de rangos, así es que creo que es un capitán, de segundo apellido Heinrich, quien me toma el reclamo por el procedimiento policial, que redacto de puño y letra, y luego me notifica de la existencia de la ley de transparencia.

Pido copia del reclamo. Me señala que no dan copias, pero que él sacará una y me la llevará. Nunca me da copia. La carabinera me pide que anote en un libro el hecho de que paso como abogada a ver a los detenidos en el calabozo, firmando y poniendo mi huella. Lo hago. El capitán me conduce a los calabozos y golpea, no nos dejan entrar. Debemos esperar unos 20 minutos para entrar.

Mi detención ilegal

Entro al calabozo y veo a Daisy sentada. Pregunto por su estado. La carabinera de guardia es justamente la sub teniente Sandra Zapata, me pregunta qué quiero; me identifico y digo que vengo a ver a Daisy y Daniel. Me indican que me siente, me piden mi carnet y luego otro carabinero presente -habían al menos 5- me dice: “le comunico que está arrestada”. PLOP!!! Le argumento que eso no es posible y pido que me digan por qué. Me insiste en que estoy arrestada y que eso me pasa por meterme donde no me llaman, que al joven se le encontraron especies y además hay cámaras que lo filmaron robando.

Insisto en que me digan los motivos de mi detención, los hechos que se me imputan, que se me lean los derechos y la presencia de mi abogado. La subteniente me contesta “ ¿y usted no es abogada? ¿para qué quiere conocer sus derechos? ¿acaso no los conoce? Si quiere derechos, mire ahí están en la pared, léalos…”.

Frente a la actitud prepotente e ilegal, le insisto en que ella es una funcionaria pública y debe aplicar un procedimiento y que requiero se me indiquen los motivos de mi detención y los hechos que se me imputan.

No me dice nada. Luego dos carabineros me piden que me saque los aros y les entregue mi cartera con mis pertenencias. Antes de entregar mi celular envío un mensaje a dos personas, amigas funcionarias del Instituto de Derechos Humanos, y aviso a los abogados Sergio Fuenzalida y Julio Cortés a través de una llamada. Sergio me contesta que va en camino. Entonces sigo insistiendo incansablemente en que se me señalen los motivos de mi detención y exijo la presencia de mi abogado. La subteniente me dice que es su guardia y ella ve quien entra o sale de ella, que su superior le indicó que no dejara entrar a nadie. Luego me dice que no es una plaza pública y ella verá cuándo entra mi abogado.

Un carabinero me informa que estoy detenida por obstrucción a la labor de carabineros. Finalmente Sergio entra a verme, me dice que ha intentado infructuosamente obtener los motivos de mi detención. Vuelve a salir para hablar con el carabinero a cargo de la comisaría.

Como sigo insistiendo, la subteniente me señala que mi detención es por lesiones a un carabinero. Pregunto qué lesiones y a qué carabinero. Me dice que yo lesioné en la mano al carabinero que detuvo a Briones. Pregunto qué tipo de lesiones y si ya fueron constatadas. Me dice que no. Inquiero cómo es posible que me detengan por lesiones a un carabinero que no ha constatado lesiones. No tengo respuestas. A mi abogado lo tratan de forma prepotente y lo instan a salir del calabozo. Aducen que por motivos de seguridad le no puede permanecer conmigo.

Recibo varias visitas, alumnos carabineros, amigas. Me dejan toda la noche en la comisaría. Primero me dicen que me trasladarán a la 18. Nadie me comunica nada.

Atónita veo como unos 5 carabineros redactan en mi presencia el parte en el que relatan cómo yo le habría ocasionado la lesión al carabinero. Uno de ellos es justamente Arias, quien descaradamente miente en concierto con sus compañeros.

Daisy permanece conmigo. A pesar de tener 5 meses de embarazo, la llevan a constatar lesiones sólo por nuestra insistencia, pues en algún momento deciden soltarla y enviarla a la casa. Ella vuelve como a las 3 de la madrugada de constatar lesiones.

Ella, sin que nadie se percatara, entrega en algún momento un papel a mi abogado en que dice que mientras yo estaba esperando por verlos, los carabineros se estaban poniendo de acuerdo para dejarme detenida. Me dice que el carabinero Arias se va a pegar en un dedo. Efectivamente, en algún momento de la noche, el carabinero Arias aparece con un dedo sangrando. La subteniente Zapata le toma fotografías con su celular, imágenes que traspasan a un pendrive que luego van a imprimir en otro lugar. En ese momento el carabinero concurre a constatar lesiones. ( Al menos unas 6 horas después de la detención de Briones).

En el trasncurso de la madrugada, llega al calabozo un mayor, me parece que de apellido Araya, quien me pregunta los motivos de mi permanencia en el lugar. Le explico todo y me dice que se ocupará de la situación.

En definitiva permanezco en la unidad hasta alrededor de las 7 de la mañana del día 27, en que me llevan a la 18 comisaría. Allí me ponen esposas y me trasladan al centro de justicia junto con las otras detenidas, en total 6.

Briones va en el mismo carro. Paso a los calabozos y me entrevisto con mi defensor. En la audiencia, me sientan al lado de Briones entre una veintena de imputados. La magistrado, luego de requerir los antecedentes al Ministerio Público, declaró ilegal mi detención. Yo no acepté acuerdo, pues quiero esclarecer los hechos. Por lo anterior, me formalizaron por maltrato de obra a carabineros. Y se abrieron 40 días para la investigación por parte de la Fiscalía.

En la audiencia se encuentra presente Sergio Funzalida y me representa el colega Julio Cortés. La magistrada, luego de declarar ilegal la detención, ordena que me saquen las esposas. Quiero agradecer profundamente ese acto, pues íntimamente sentí que me devolvió la dignidad.

Mis abogados me cuentan que en la noche de mi detención interpusieron un amparo en mi favor, el que fue denegado de plano, sin que la jueza se haya constituido o al menos revisado los antecedentes.   





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