Chile debe ser uno de los países que más consume deporte a través de los medios de comunicación o quizás tendremos que decir, uno de los países que más Fútbol consume por los medios de comunicación, porque de otra forma no se explica que, una vez más, se tenga que recurrir a un excéntrico y “desprendido” empresario para financiar a un grupo de deportistas que con merito propio logró clasificar a algo que siempre nos cuesta y anhelamos tanto: Una copa del mundo.
Eso es lo que ha ocurrido con nuestra selección de Handball, tanto en su categoría adulta como juvenil, que a pesar de haber conseguido en la cancha, frente a selecciones con mejor preparación y cultura deportiva, un cupo para las próximas copas del mundo en la especialidad, termina mendigando por recursos en una muestra más de nuestra abulia deportiva.
¿Qué ocurre con el Estado que no es capaz de garantizar el acceso a este tipo de torneos a nuestros deportistas? ¿De qué sirve estimular y alentar a nuestros jóvenes en la práctica deportiva, si al final terminaran efectuando bingos, completadas y partidos a beneficio para poder asistir a un mundial? ¿Qué respuesta le entregamos a un deportista que entrena 8 horas diarias, sacrificando estudios y familia, si al frente tiene a un futbolista como Roberto Gutierrez que gana 18 millones de pesos mensuales por hacer nada?
Somos un país hambriento de éxitos deportivos, criticamos y nos burlamos de nuestros deportistas en los Juegos Olímpicos, pero no somos capaces de garantizar una institucionalidad que evite a nuestros jóvenes pasar por estas vergüenzas.
Y es que no es la primera vez que esto ocurre, ya lo vivió Tomás González, que tuvo que recurrir al mismo empresario para conseguir los recursos que le permitieran entrenar de una manera digna y con eso, con tan poco, fue capaz de rozar una medalla olímpica, en una disciplina como la Gimnasia donde en otras latitudes los deportistas son fabricados como robots.
No voy a mencionar al Tenis porque esa disciplina es un caso aparte y como se ha visto en todas las últimas grandes figuras, surgen de la iniciativa y el esfuerzo familiar, que deben en muchos casos emigrar a otras tierras para entregarles a sus hijos, las condiciones necesarias para su práctica.
Hoy en día el deporte, como muchos aspectos de nuestra sociedad, vive el drama de la segregación y de la desigualdad. No todos nuestros niños pueden practicar deporte, no todos los colegios tienen las condiciones necesarias o centros deportivos extensos como los que se pueden apreciar en los establecimientos de las comunas más acomodadas. Muchos de nuestros colegios o liceos municipales sólo cuentan con un patio central, para jugar alguna pichanguita, y que además tiene que ser compartida por 800 o mil alumnos más.
Los grandes torneos escolares son siempre protagonizados por escuelas particulares y precisamente es de los estratos sociales más altos, de donde proviene la mayoría de nuestros deportistas, dejando de lado a muchos talentos escondidos en nuestras poblaciones y que terminan finalmente como “soldados” del narcotráfico o endeudados, para poder acceder a una educación digna.
Es necesario potenciar el deporte escolar, pero no a través de campañas con figuras televisivas, hay que organizar más campeonatos, dotar a nuestras escuelas públicas de recintos donde se puedan desarrollar actividades extra programáticas, diversificar las ramas deportivas, nuestras universidades deben ampliar las becas por concepto de deporte.
Sólo así, desde la infancia, desde nuestra juventud podremos cambiar el paradigma y entender al deporte como un todo y no sólo como un partido de futbol. En el fondo, si queremos ser un país desarrollado y jugar en ligas profesionales, debemos abandonar el estado de amateurismo social en el que nos encontramos actualmente.