Santiago cumple 473 años este 12 de febrero, transformada en la capital de nuestro país y con una población que supera los 6 millones de personas, prácticamente un tercio de la cifra nacional.

Una ciudad que ha avanzado mucho durante los últimos años y que se ha convertido en un atractivo turístico de importancia en la región, aunque escondiendo una cara no muy amigable y que muchas veces se esconde.

Es la cara que habla de la desigualdad, segregación, contaminación y explotación indiscriminada de las inmobiliarias, que han afectado la calidad de vida de los santiaguinos.

Precisamente estos aspectos deben ser abordados por la clase política para las organizaciones ciudadanas, considerando el ritmo de crecimiento que está viviendo la metrópolis.

A esto se refirió el presidente de la Fundación Defendamos la Ciudad, Patricio Herman: “Tenemos situaciones indeseables que de una u otra forma, en la medida que los políticos que ejercen el poder tengan la voluntad para tomar decisiones, se pueden mejorar en unos 15 o 20 años más, como por ejemplo el tema de la creciente, a pesar de que está bastante controlada, contaminación atmosférica”.

Herman reparó además en las desigualdades que se viven en la ciudad de Santiago: “Hay informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que hablan de ciertos parámetros, hablan de nueve o diez metros cuadrados de áreas verdes por habitante. La ciudad de Santiago tiene en promedio 2,8 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, pero las comunas donde residen los que detentan el poder económico o el poder político, esas comunas tienen entre 12 y 20 metros cuadrados de áreas verdes”.

A esto se suma que miles de personas que viven en las comunas periféricas demoran, en promedio, dos horas para ir cada mañana a trabajar o estudiar al centro o al sector oriente de la capital.

De este problema se culpa al sistema de transporte urbano, Transantiago, que no deja satisfechos a los usuarios.

El Metro ha sido el que ha venido a salvar la situación, al trasladar a unos dos millones y medio de personas cada día, mientras los automovilistas deben enfrentar los “atochamientos”  diarios por el alto número de vehículos que circulan por la ciudad.