Mireille Fanon Mendès-France es especialista en el tema de los presos políticos, además de presidenta de la Fundación Frantz Fanon, que lucha por los derechos de los pueblos. Es también experta independiente del Grupo de Trabajo para los Afrodescendientes ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
En 2010, se desempeñó como observadora internacional en el juicio de Cañete, en el que se intentó condenar a 19 mapuches por “asociación ilícita terrorista”, entre los que se encuentran Héctor Llaitul y Ramón Llanquileo. En ese contexto, publicó un informe para precisar los abusos detectados durante el proceso, como la falta de precisiones de la Justicia respecto del derecho a la defensa, la injusta resolución del juez y la corrupción de los testigos protegidos.
En su nueva visita, la experta constató que la situación del pueblo mapuche ha empeorado desde 2011. En Temuco, se reunió en la cárcel con el machi Celestino Córdova, condenado por el ataque incendiario que causó la muerte del matrimonio Luchsinger-Mackay.
Una semana después, la Corte Suprema dictó una sentencia que lo acusa como coautor de las muertes, “aunque el Ministerio Público no pudo demostrar que él había cometido el crimen”, ironizó la jurista.
Tortura psicológica y abusos a los presos políticos
En Angol, visitó el hospital de Victoria, donde conversó con los presos mapuches en huelga de hambre. En sus habitaciones, se encontró con una lamentable situación, con los comuneros en condiciones físicas muy debilitadas, después de más de treinta días de huelga líquida.
“Los carabineros venían para comer en sus habitaciones, y cuando hacemos una huelga de hambre, se llama simplemente tortura psicológica”, declaró la experta.
Además de Celestino Córdova y Emilio Berkhoff, visitó a Víctor Hugo Montoya en la comuna de Puente Alto, recluido en prisión preventiva hace quince meses. “Fue arrestado según la declaración de dos testigos protegidos, lo que presenta varias rarezas”, explicó.
Según la especialista en derecho internacional, “lo común a todos esos juicios es que el uso de la Ley Antiterrorista impide a los abogados actuar normalmente para el beneficio de sus clientes. No pueden hacer el interrogatorio de los testigos a través de la defensa, lo que reduce mucho los derechos de la persona”.
Los líderes como blanco de la autoridad
En ese mismo sentido, el juicio a Ramón Llanquileo y Héctor Llaitul, desarrollado según la Ley Antiterrorista por dos tribunales, uno militar y otro civil, presenta un proceso sin pruebas “que viola los derechos fundamentales”, aclaró la jurista francesa.
Asimismo, agregó que “es un caso donde el Estado intenta apuntar personas, mapuches u otras, que tienen un perfil de líder. La mayoría de los presos son figuras importantes para la sociedad mapuche, como Celestino Córdoba. Se trata de una voluntad de erradicar todas las fuerzas de resistencia mapuche que sean políticas o espirituales”.
La integración como modo para dejar los territorios a las transnacionales
Asombrada por la visión del paisaje entre Concepción y Temuco, los millares de hectáreas de bosque destruidos y remplazados por eucaliptus –“porque está bueno para el papel”, asegura– le generan molestia, por el trato del gobierno en favor del trabajo de las transnacionales, en perjuicio de los mapuches.
“La voluntad del gobierno por resolver el problema mapuche es inexistente. A lo mejor, lo que quieren hacer es integrar a los mapuches sin tener en cuenta sus reivindicaciones fundamentales, que son el retorno de sus tierras ancestrales, el derecho a la autonomía, el derecho a la autodeterminación. Y no que sus territorios sean vendidos a las empresas transnacionales”, analizó Mireille Fanon Mendès-France.
Enemigos del interior
Según la experta, el modelo financiero y militar del mundo, del que es parte Chile, no puede asegurar su supervivencia sin la violencia sobre los grupos críticos con el sistema, los que reivindican el derecho a vivir de manera autónoma, sin discriminación y en igualdad.
“El Estado chileno, para mantener su hegemonía, no tiene otros medios que dividir a la población y fabricar enemigos al interior, ya que los enemigos externos no son suficientes para garantizar su toma de posesión sobre el capital. Pero la reivindicación de otro modelo de sociedad, que no esté basado en el capitalismo y el imperialismo, es totalmente legítimo”, concluyó.