Para el 25 de enero de 2015 se adelantaron las elecciones legislativas en Grecia, luego de que no hubiese quórum suficiente en el Parlamento para la elección de un jefe de Estado.
Quien se perfilaba en el puesto era el conservador Stavros Dimas, y su fracaso abre la puerta a que el naciente partido político de izquierda, Syriza, se transforme en mayoría y su líder Alexis Tsipras en la próxima cabeza del Estado griego.
El Syriza, con evidentes coincidencias con el Podemos de España, mantiene un discurso contrario a las políticas de austeridad formuladas desde que el país entró en crisis y ha llamado a terminar con la política de terror que se ejecuta frente al ascenso de este partido.
El analista político Raúl Sohr estima que estas elecciones son de vital importancia y que serían un reflejo de la ruta que tome Europa luego del severo viraje que ha hecho este continente en materia fiscal, dando impulso a grupos políticos alternativos que regresan a la idea de las mejoras sociales.
“En forma gradual con la crisis se ha ido abandonando esta idea de la Europa social y como resultado han surgido grupos políticos contestatarios que señalan que la economía está para servirle a la gente y no a la inversa. Estos derechos se obtuvieron a lo largo de décadas de lucha social y hoy son aplazados, con un deterioro en las prestaciones de salud y educación, por ejemplo. Mientras que, por el otro lado, están los que dicen que son más realistas y que consideran la existencia de un nivel de deuda que es imposible de pagar sin ajustes”.
Y es que la deuda griega alcanza el 170 por ciento del PIB de ese país. Y los anuncios de un nuevo gobierno traen coletazos. Por un lado el Fondo Monetario Internacional suspendió las medidas de rescate hasta conocer el compromiso del futuro Ejecutivo con las reformas pactadas anteriormente y los inversores renunciaron a los bonos de deuda griegos refugiándose en valores más seguros en Alemania, país que también se pronunció por medio del ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, quien aseguró un “gran respeto” a los progresos registrados en la economía de Grecia, pero advirtió que sea cual sea el gobierno el país deberá atenerse a los compromisos adquiridos.
Para el economista Juan Guillermo Espinosa, las políticas de austeridad no pueden continuar tal cual se establecieron años atrás. En su opinión, ha ocurrido un verdadero azote del financierismo de la Unión Europea y del gobierno estadounidense para salvar a la banca, produciendo un nivel de saturación de la población que se encuentra en una angustia permanente. La solución, explica, es renegociar los contratos y encontrar un equilibrio que permita encontrar caminos para disminuir los niveles de paralización griega.
“Una renegociación de los créditos anteriores, sí o sí, y en términos razonables y con nuevas inversiones que se permitan a futuro, además, recursos nuevos”, dijo Espinosa.
En tanto para José Luis Torres, subgerente de cartera del Banco Penta, la respuesta menos factible para Grecia sería tratar de volver a convivir de forma inmediata con los beneficios sociales que tenía antes de la crisis. Si bien reconoce que existe un gran inconformismo y que las posibilidades del Syriza de llegar al poder son altas, se manifestó de acuerdo a las señales enviadas por Alexis Tsipras, quien aseguró este lunes en un discurso en el centro histórico de Atenas que un gobierno dirigido por su formación garantizará los depósitos bancarios de los griegos, “en cooperación con sus socios europeos y el Banco Central Europeo” con los que negociará. Según el economista de Penta, la fórmula del éxito estará en hacer cambios cautelosos.
“En la medida que el cambio de dirección sea cauteloso y trate de buscar un equilibrio no debiera ser algo dramático, sin embargo si la decisión que tome el nuevo gobierno es rupturista respecto a lo que se ha avanzado hasta ahora la señal sería muy mala”.
Y la falta de seguridad parece que estuviera instalada en Grecia, pues otro factor es la aparición del partido neonazi Amanecer Dorado, que se ubica en el tercer lugar con un 15 por ciento de las preferencias de voto. La importancia de estas elecciones en Grecia serán determinantes para establecer cómo se perfila la política europea en la segunda década del siglo XXI.