Lo que nos cuestan los militares


Viernes 27 de marzo 2015 9:49 hrs.


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Que las FFAA son un pilar del actual sistema no le cabe duda a nadie, y menos duda cabe aùn de que los beneficios que ellas reciben del funcionamiento neoliberal son màs que abundantes. Los oficiales , y sobre todo los superiores, gozaron de un mejoramiento tan sustancial de sus emolumentos durante la administraciòn del tirano que ellos resienten hasta hoy en dìa un inmenso reconocimiento respecto a quien fuera su comandante en jefe casi vitalicio . Después de 1989 todas esas ventajas han sido religiosamente respetadas.

Por lo demàs , no es inùtil recordar que mientras la gran mayorìa de la poblaciòn sufriò las consecuencias de la demoliciòn de sus cajas de previsiòn y fue expulsada hacia las AFP, Pinochet se las arreglò para desplegar un manto protector sobre el privilegiado sistema previsional de los uniformados. Algo parecido ocurriò con los servicios de salud , un dominio en que los militares disponen de condiciones lujosas si se las compara con las de los chilenos extremadamente numerosos que deben sentirse felices si acceden a Fonasa. En un dominio como en el otro , vale la pena señalarlo, es el Estado que paga, es decir los contribuyentes y el cobre.

Hemos llegado a tener asi unas FFAA que figuran entre las mejor remuneradas del subcontinente , en particular en lo que respecta a su alta oficialidad , pero también unas de las FFAA mejor equipadas, como lo indicaba hace poco un experto en materia de defensa como es el investigador francés Pierre Martinot . Segùn éste , abrimos comillas, “el presupuesto militar chileno ha seguido creciendo de manera impresionante estos ùltimos años y ha colocado a Chile en el lugar nùmero 12 del ranking de los Estados que màs (..han importado armas…) en el periodo 2003-2007″. ” Santiago”, dice a continuaciòn el mismo investigador,” ha invertido masivamente en potencia de fuego, adquiriendo 100 tanques, 28 aviones F-16, misiles aire-aire, 2 submarinos franco-alemanes Scorpene, asi como fragatas y aviones de patrullaje marìtimo”.

En resumen, indica el mismo autor, ” Chile, que invierte en su equipamiento militar unos recursos econòmicos que son 6 veces màs importantes (proporcionalmente se entiende) que Brasil, la principal potencia militar de la regiòn, preveìa para 2008 una alza de su presupuesto militar del 22%”).

Y a quienes estos datos, de hace apenas siete años, pudieran parecerles demasiado antiguos les indicaremos que el SIPRI , uno de los centros de estudios del gasto militar a nivel mundial, indicaba recientemente que para el periodo 2007-2011 Chile figuraba con Venezuela como algunos de los principales Estados importadores de armas en el mundo , nuestro paìs ocupando el lugar 18 y Venezuela el 15, en tanto que las importaciones de cada uno de estos dos paìses representaban el 2% de todo lo que se habìa importado en armamento en el conjunto del planeta. Para un paìs de 17,8 millones de habitantes que representa el 0,25 % de la poblaciòn mundial todos estos datos parecen por lo menos escandalosamente desproporcionados.

Pareciera pues que si el modelo neoliberal , aplicado a tambor batiente durante cuatro decenios, se ha mostrando incapaz de sacar del subdesarrollo a la mayor parte de nuestra poblaciòn, ese modelo en cambio ha logrado asegurar un tren de vida fastuoso y un equipamiento de primer orden a los mandamases de la economìa y a sus fieles colaboradores en las instituciones pùblicas y en los Estados Mayores. Se comprende pues que los unos y los otros estén penetrados del sentimiento de vivir en el mejor de los mundos hasta el punto de no ver siquiera el paìs que “està debajo de sus pies”.

Se les puede comprender : la holgura de sus situaciones personales y la frecuentaciòn de los ricos y poderosos del planeta con ocasiòn de sus frecuentes, y a menudo inútiles y onerosos, viajes ha terminado por modelar la mentalidad de esta minorìa de chilenos cuyo pasaporte no es emitido por nuestro registro civil sino por un paìs que se llama Privilegio.

José Manuel Aguirre Cerda

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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