Cuando hablamos de las muchas desigualdades que vemos en el mundo que habitamos y que deseamos combatir y eliminar, siempre se apunta a la educación como una de las herramientas más poderosas.
No cabe duda de que la educación tiene el potencial para cambiar y mejorar el mundo. Ya lo ha hecho en el pasado pero aún quedan muchos problemas que solucionar.
La cuestión es que la enseñanza suele reflejar las desigualdades estructurales de la sociedad, lo que dificulta eliminar estas desigualdades y las perpetúa.
La desigualdad educativa como génesis de la desigualdad en general
La extensión de la enseñanza varía mucho de unos países a otros. Incluso dentro del mismo país puede variar de unas regiones a otras y en la misma región puede haber diferencias entre los entornos urbanos y los rurales.
Pero además de esta cuestión geográfica hay que tener en cuenta el elemento socioeconómico. Todos sabemos que en una misma ciudad hay escuelas mejores que otras, como hay barrios más desfavorecidos que otros.
Las familias más pudientes pueden escoger los mejores colegios mientras que las menos ricas tienen que conformarse con las escuelas a las que puedan enviar a sus hijos. Esta desigualdad en el acceso a la educación de mejor calidad prolonga las diferencias socioeconómicas, produciendo una espiral de la que es muy difícil escapar.
La tecnología abarata los costes educativos
La buena educación es más costosa, pero la irrupción de tecnologías baratas y accesibles en el entorno educativo permite igualar la calidad de la educación entre los centros de enseñanza con más recursos y los que disponen de menos.
Los accesos a Internet siguen bajando de precio año tras año. Los ordenadores de sobremesa y portátiles nunca han sido tan baratos pese a que siguen incrementando sus prestaciones. La tecnología móvil y las tablets siguen ese mismo camino y las compras masivas que realizan las escuelas les permite obtener precios muy asequibles.
Igualmente, los softwares con los que utilizar los dispositivos tecnológicos también son baratos y permiten actualizaciones durante mucho tiempo. El almacenamiento en la nube facilita un importante ahorro en material tecnológico y en el acceso inmediato a la información.
La conexión a la red aplana los costes de comunicación e intercambio de información entre las escuelas de todo el mundo.
La democratización tecnológica como fuente de oportunidades
Igualmente, puede estimularse la implicación de los estudiantes en su educación gracias a innovaciones tecnológicas. Hoy en día ya están reconocidos los beneficios de los videojuegos para los niños en cuanto al desarrollo de numerosas habilidades cognitivas muy útiles para su aprendizaje.
Todo este proceso de incorporación de las nuevas tecnologías al entorno educativo facilita una democratización de la enseñanza y abre las puertas a una elevación de la calidad educativa.
Muchas barreras socioeconómicas que antes permanecían insalvables pueden quedar ahora superadas y los alumnos pasan a depender más de su propio esfuerzo que de sus circunstancias y de su entorno.
A largo plazo las ventajas que este proceso tendrá para la sociedad son enormes. No solo las escuelas producirán estudiantes más preparados para los cambios tecnológicos sino que muchos más alumnos podrán acceder a enseñanza superior y aspirar a trabajos menor remunerados.
Gracias a esto, muchos niños de hoy podrán romper el ciclo de “pobreza-educación mediocre-empleos de bajos salarios o desempleo-pobreza”, que tantas familias padecen a lo largo de todo el mundo.
Por tanto, una buena gestión de la incorporación de las nuevas tecnologías a la educación puede ser una de las mejores apuestas de futuro en el combate contra la desigualdad.