El retorno de los olvidados
La ultraderecha continúa su senda de conquistas políticas alrededor del mundo. La jornada de este domingo fue auspiciosa para los principales opositores al gobierno de Angela Merkel. Por primera vez en 56 años el partido Alternativa para Alemania (AfD) tiene voz parlamentaria.
Con casi un 13% de los sufragios, la colectividad de extrema derecha se instala en el parlamento alemán como la tercera fuerza más poderosa después de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), partido de Merkel y vencedor en las elecciones, y del Partido Socialdemócrata (SPD)
Pero Merkel no sonríe como la ganadora de la jornada. Su partido, de corte conservador, a pesar de haber triunfado por cuarta elección consecutiva, obtuvo los peores resultados desde 1949. Es en ese marco que se estima que cerca de un millón de sus otrora votantes este domingo fueron a las urnas para marcar su sufragio por Alternativa para Alemania.
Para Raúl Sohr la composición de este bloque emergente, asociado a la extrema derecha, es ambigua. A pesar de tener como gran caballo de batalla la lucha contra la inmigración, las zonas de Alemania que más despertaron adherencia hacia el AfD sufren problemas poco relacionados a la inmigración: “Expresan un malestar en ciertos sectores de la población que vieron en esta gente un voto de castigo. Es paradojal que su gran votación la hayan recibido de parte de zonas de la República Democrática Alemana, Alemania del este, donde casi no hay inmigrantes. Es pobreza lo que hay ahí. Esto confirma que los sentimientos anti inmigrantes muchas veces prosperan donde no hay un problema real”.
Ante este incómodo escenario, Merkel dio muestras de querer enmendar el rumbo. Durante la noche del domingo declaró: “Esperábamos un mejor resultado, pero somos la fuerza más votada. Una cosa está clara: no se puede constituir un Gobierno que no sea el nuestro. El análisis hay que hacerlo tras conocer que AfD estará en el Parlamento. Debemos combatir ese descontento con buenas políticas y preocupándonos de la gente. Hay que combatir la inmigración ilegal y buscar cauces legales”.
Pero la canciller no es la única que ayer no celebró. El SPD también anotó su peor registro en años y, tras enterarse de esos resultados, declararon el quiebre definitivo de su alianza con el partido de Merkel para ser gobierno. Con el SPD en la oposición, la CDU comienza la búsqueda de nuevos aliados, y en ese contexto no le quedan muchas alternativas.
Para lograr la mayoría en el Bundestag –parlamento alemán-, la tienda de Merkel deberá estrechar lazos y aunar voluntades con los liberales del Partido Democrático Libre (FDP) y con Los Verdes, que entre ambos suman casi un 20% de la representación parlamentaria. La negociación no asoma como algo fácil, dadas las importantes discrepancias que existirían entre los dos partidos menores que conformarían la eventual alianza.
El desafío de la inmigración
Está claro que la inmigración ha jugado un papel importante en el desarrollo de las elecciones del mundo, sobre todo las europeas. Ante esa tendencia lo de Alemania no puede verse como un hecho aislado. Su política migratoria, ampliamente acogedora, tuvo un rol preponderante en el avance del AfD, partido nacionalista, conservador y con facciones vinculadas a tendencias neonazi. Así, con la tercera mayoría después de las elecciones, Alexander Gauland, uno de los dos líderes de la colectividad, declaró: “Recuperaremos nuestro país y nuestro pueblo”. Gauland aprovechó de señalar que su partido logró más de un 12% de los votos gracias al “idealismo” de sus adherentes e insistió en que “lo que piensa la gente en la calle volverá a tener un lugar en el Bundestag”.
Antoine Maillet, doctor en ciencia política del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, cree que el cambio de rumbo responde principalmente a las políticas pro inmigrantes aplicadas durante el último mandato de Merkel: “Este viraje se puede explicar a través de la decisión de Merkel, durante su mandato anterior, de admitir la llegada de un número importante de inmigrantes a Alemania, algo que en la opinión pública no es muy compartido, y eso aparentemente ha generado esta reacción. También puede responder a situaciones más profundas, como el subdesarrollo de las personas del este de Alemania y el malestar identitario que recoge toda Europa”.
A pesar de eso, existe cierta incertidumbre sobre las características del votante de AfD. Según dice Paulina Astroza, directora del programa de Estudios Europeos de la Universidad de Concepción, el voto proviene de diferentes vertientes. La académica señala que la emergencia del AfD no puede atribuirse únicamente al discurso anti inmigrantes, sino que también se instala por un malestar relacionado a que los niveles de desigualdad en Alemania han ido aumentando y una deficiente política de empleos de calidad: “Si tu comparas ese voto, con el del Frente Nacional en Francia, o con el voto del Brexit en Gran Bretaña, o con el voto de Trump, vas viendo que no todos esos votantes son de ultra derecha, no todos son racistas, y sin embargo igual están votando por estos partidos que sí plantean esas ideas. Ahí hay que hacer una reflexión mayor, y Angela Merkel lo tiene claro, porque sabe que una parte de su voto de derecha no votó por la CDU y votó por Alternativa para Alemania”.
Lo que queda esperar ahora es la negociación entre una eventual alianza entre liberales, verdes y demócratacristianos. Ya se comienzan a vislumbrar las primeras piedras de tope. Las tres fuerzas manejan discrepancias importantes, sobre todo en asuntos relacionados a la matriz de políticas económicas. Es urgente para Merkel limar las diferencias e instalar de forma sólida una coalición que sea capaz de darle gobernabilidad a un país en el que la ultra derecha avanza rápido.