“Llévame a Chile, hermanita”, dice Elena Miranda. Ella es una señora de pollera, como se les llama en Bolivia, a esas mujeres que visten faldas abultadas y coloridas que lucen sobre sus cabezas un coqueto y empinado sombrerito desde donde cuelgan sus largas trenzas negras. Son las cholas y están en los estudios de la Radio comunitaria Atipiri, ubicada en la ciudad de El Alto, en Bolivia. Atipiri significa vencedores, en lengua aymara, que debiéramos traducir para los efectos de este relato como vencedoras.
Una veintena de mujeres aymara que están en la estación radial ubicada en la ciudad de El Alto, una urbe que naciera como un campamento y que hoy equipara en población a su vecina La Paz, con más de un millón 200 mil habitantes, pero la supera en altura, empinándose sobre cuatro mil metros de altura. Han llegado temprano luciendo sus pollerudas vestimentas tradicionales y sobre ellas una chaquetilla de color café claro, como las que utilizan los reporteros gráficos, sin mangas y amplios bolsillos, con un bordado en la espalda que las identifica como Reporteras populares de este medio de comunicación comunitario, que desde hace 15 años transmite a través del 840 de la Amplitud Modulada.
Están todas en el estudio de salida al aire, pero por los parlantes ahora suena música programada. Hasta hace minutos, la directora y periodista de Radio Atipiri, Tania Ayma Calle, transmitía en vivo su programa sabatino, y tuvo como invitadas a su colega boliviana Zulema Alanes, de la legendaria Agencia de Noticias FIDES (ANF), a la reportera popular Nieves Quispe y a la chilena que suscribe. Las cuatro mujeres hablaron sobre oficio radial, derechos de las mujeres y también del mar. En la mesa donde estaban los micrófonos, ahora han dispuesto un aphtapi, un almuerzo comunitario en el que todas han aportado con algo: carne, pescaditos, papas, trigo y arroz. Sus manos, las mismas que prepararon los alimentos, hacen ahora de pequeños recipientes donde van poniendo las pequeñas porciones que van comiendo con calma mientras cuentan su experiencia radial y sus deseos de saber más y viajar.
Es sábado al mediodía y recién han terminado una de las sesiones del taller que la periodista especializada en medios y redes digitales Noelia Rendón, les dicta desde hace unos meses a este particular grupo de señoras. La capacitación se inserta dentro del proyecto Por el ejercicio pleno de los Derechos Políticos, económicos y sexuales de las mujeres, que ofrece el Centro de Educación y Comunicación para Comunidades y Pueblos Indígenas (CECOPI), en un convenio con la cooperación sueca. Radio Atipiri es parte del Centro ubicado en una casa esquina de tres pisos donde el oxígeno escasea si se trata de pulmones acostumbrados a las honduras, pero no en aquellos cuyos ancestros se codean con las nubes desde hace milenios.
El lugar fue creado por el visionario comunicador, ministro de Educación en el gobierno de Carlos Mesa G., y tío del actual presidente Evo Morales Ayma, Donato Ayma Rojas, quien ya no está. Su trágica muerte hace casi un año, ha dejado a su hija Tania y a las reporteras conmocionadas, pero conscientes de que deben continuar su legado con el compromiso, entusiasmo y disciplina que él les inculcó.
Nieves lo recuerda enternecida. Ella es una joven de Jesús de Machaca, un pueblo distante a unos 160 kilómetros de La Paz, donde dejó el pastoreo y el cultivo, para venirse hasta El Alto. Un cambio de vida radical para una joven aymara a la que no le tiembla la voz a la hora de participar en el programa radial “Yo siempre te he oído, ahora te toca escucharme”, junto a sus “hermanas”, como se llaman entre mujeres. Ese es de los muchos programas realizados por la Red de Reporteras Populares formadas en Radio Atipiri, para los que elaboran notas de diverso tipo, que editan y sacan al aire cada semana ellas mismas. A Nieves le brillan los ojos cuando recuerda a don Donato, pero más cuando habla de lo que para ella significa estar frente al micrófono y de lo mucho que ha aprendido. Toma un palo selfie y comienza a sacar fotos mientras las mujeres reparten el aphtapi y comentan lo que Noelia les ha enseñado hoy, como es abrir una cuenta en Facebook para lo que han descubierto que, primero deben tener un correo electrónico personal. Muy pronto podrán publicar sus trabajos en el muro de Radio Atipiri y compartirlos con públicos insospechados.
Se les ve radiantes. Muchas de ellas ya andan con sus celulares con conexión a internet y hace unos días, no se amilanaron y aceptaron la invitación que les extendió la Asociación de Periodistas de La Paz junto a la Fundación Konrad Adenauer para participar en un Seminario para Mujeres periodistas, en un elegante y céntrico hotel de La Paz. Ellas quieren ser parte de la Asociación, y con desazón aceptan la imposibilidad ya que se trata de organismos gremiales de profesionales de la prensa, en tanto ellas, solo tienen el oficio.
Su entusiasmo sobrecoge y emociona al verlas atentas tomar apuntes y grabar con sus teléfonos, grabadoras digitales e, incluso, con antiguas grabadoras de cinta. Todo sirve para estas ávidas reporteras que en Radio Atipiri han encontrado no solo un oficio, sino una forma de ser consideradas y respetadas por sus propias familias y las comunidades a las que pertenecen.
A escondidas
Los frutos están a la vista y han sido producto de un largo proceso con dos hitos importantes, cuando Donato Ayma funda CECOPI, en el año 1997, y cuando decide radicarse en El Alto y ampliar el proyecto con una radio comunitaria llamada Atipiri, en 2004. En la primera etapa, fueron cursos esporádicos, pero a partir de 2004, su hija Tania, periodista de la Universidad Católica San Pablo de La Paz y con estudios de post grado en universidades europeas, le imprime un enfoque de género permitiendo que un promedio de 100 mujeres se capaciten cada año como reporteras populares, incluso trescientas en el año 2010, con talleres sobre Autoestima, Género, Liderazgo, Derechos políticos, Comunicación radiofónica y Redes Sociales, como en esta oportunidad. Pero no solo eso. Además, de Comunicación y Radio, “ofrecemos cursos de Confección de polleras y de panadería, para que las mujeres logren tener recursos por su cuenta y accedan a la autonomía económica sin dejar a sus hijos, ya que ambos trabajos los pueden hacer en sus casas. La idea es formar comunicadoras y reporteras populares también como una estrategia de lucha contra las violencias que las mujeres vivimos. Empoderarlas, que pierdan el miedo a hablar en público y conozcan sus derechos. Eso las hace lideresas que pasarán de una situación pasiva a una reflexiva”, explica Tania.
Pero tampoco ha sido fácil. Muchas de ellas, se inscribieron en los cursos a escondidas de sus maridos y hasta hace poco tiempo, Tania ha tenido que ir a explicarles a algunos de ellos, que han llegado hasta las puertas del Centro siguiendo en secreto a sus mujeres, que lo que allí aprenden será de gran beneficio para el grupo familiar.
Y es que las señoras de pollera no solo han perdido el miedo a hablar en público o frente al amenazante micrófono. “Hemos aprendido sobre nuestros derechos y a que nos respeten”, dice Elena.
Quieren saber sobre Chile, cómo es, quieren viajar hasta allá. “Llévame a Chile, hermanita”, me dice Elena.
Los planes más cercanos son llevar a un grupo de ellas mucho más lejos, hasta España, donde se especializarán en el oficio de reporteras radiales.
Chile tendrá que esperar. Desde hace tiempo que Bolivia y Chile parecieran estar muy lejos, querida hermana.