Por primera vez el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) evalúo las habilidades que tienen los jóvenes para resolver problemas en equipo, midiendo la capacidad para involucrarse en procesos que contemplen dos o más personas.
El secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, Carlos Henríquez, señaló que esta prueba se aplicó en 52 países, donde Chile alcanzó un promedio de 457, bajo el de la OCDE que corresponde a 500. Sin embargo, destacó que el resultado es levemente menor que el obtenidos por países con PIB similar y lo posiciona por encima del promedio de Latinoamérica.
Henríquez comentó en que los estudiantes de Chile muestran una alta valoración de las relaciones interpersonales. De este modo, el 93 por ciento de los jóvenes dijo que le gusta colaborar con sus pares, mientras que el 82 por ciento cree que trabajar en equipo aumenta su propia eficiencia.
En esa línea, el secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación enfatizó en la necesidad de avanzar en materia de colaboración, dejando atrás un sistema educativo basado en la competencia.
“Cuando el colegio logra generar instancias de colaboración en la jornada escolar completa, ya sea en deporte, cultura o voluntariado, los estudiantes colaboran más. No da lo mismo que tipo de asignaturas o actividades se hagan en los establecimientos, porque esto tiene que ir en busca del desarrollo integral. Tenemos una gran oportunidad de reorganizar la jornada escolar mirando esta evidencia”, afirmó.
Los datos indican que cuatro de cada diez estudiantes en Chile tiene graves deficiencias en su capacidad para trabajar en equipo, lo cual varía según quintil. En el nivel socioeconómico alto el 22 por ciento de los jóvenes presenta bajo desempeño, mientras que en el nivel más pobre esta cifra aumenta al 62 por ciento de los adolescentes.
Jesús Redondo, investigador del Observatorio Chileno de Políticas Educativas (Opech), dijo que el desarrollo de estas habilidades requiere cursos con menos estudiantes y una infraestructura adecuada, lo que no existe en todos los establecimientos.
“Los colegios particulares pagados y un grupo significativo de subvencionados disponen de una infraestructura con espacios adecuados para el trabajo grupal. Sin embargo, los colegios de sectores más vulnerables no cuentan con estas posibilidades, más allá de la intencionalidad que le quieran poner los profesores”, explicó.
Nicole Cisternas, directora de Política Educativa de Educación 2020, indicó que Chile es uno de los países más desiguales en educación. No obstante, reconoce que la Ley de Inclusión avanza hacia un enfoque más colaborativo. “Contribuye en desarrollar escuelas más diversas, donde los estudiantes se ven enfrentados a relacionarse con otros. Lo que a nosotros nos preocupa es qué medida el sistema entrega herramientas a los docentes para que en la sala de clase los jóvenes colaboren”.
A su juicio, es fundamental un cambio en las metodologías de enseñanza. “Hay modelos que ya están probados, como el aprendizaje basado en proyectos o el sistema de tutorías entre estudiantes. Nosotros pensamos que es fundamental que los programas prioricen el cambio en la sala de clases. Necesitamos reformas estructurales, pero también cambios en el aula, para que los jóvenes tengan la posibilidad de desarrollar las habilidades del siglo XXI.
Otro dato que destaca es que en todos los países que participaron existe una brecha favorable a las mujeres, en Chile esta diferencia es de 14 puntos.