Esta mañana estuve mirando la televisión, asunto que no es mi costumbre a esa hora hacer. La verdad es que cada vez accedo menos a ese medio por una razón de profilaxis mental. Solamente buscaba si es que había alguna noticia.
Lo que hallé al unísono en tres canales fue los llamados ‘ matinales ‘. Todos en lo mismo. ¡Qué manera de hablar sandeces! No quiero ser coprolálico o escatológico para calificar dicha programación.
Entre la caterva de ‘ modelos’ ( modelos de no sé qué ), brujos, cocineros, ‘opinólogos’, humoristas sin mucho ingenio, pitonisas y animadores parece que se pasa la mañana. ¡Qué despilfarro de un medio como la televisión!
En esos ‘ matinales ‘ no interesa que haya alguna buena cabeza de la cual fluya un pensamiento, una idea, un dato que sirva. Tampoco importa que algún personaje se exprese con un nivel corregido de su vocabulario. Lo que interesa es exhibir ciertos atributos físicos de las mencionadas ‘ dama-modelos ‘ y ventilar aspectos de sus vidas privadas que a nadie debiera interesar. La decadencia abunda y es lo que vende.
Se dice que los señalados programas son copia, importación con ‘ adaptación nacional ‘ de creación foránea. Más patético aún.
Quienes diseñan y ejecutan dicha programación son pagados y sus salarios son bastante generosos, lo que constituye un verdadero agravio ético. Insólito es que en el país no exista norma o criterio que siquiera regule la emisión de tales programas, o que haga posible la clausura de los mismos.
No es aceptable que se invoque la libertad o la permisión de la desbocada sociedad de mercado y de consumo en la que se vive para la transmisión de tanta basurita por ese medio de comunicación que es la televisión. ¿ Quién aprenderá algo luego de escuchar y ver tanta barbaridad ?
Razón tenía y tiene el letrista del famoso tango ” Cambalache “, Enrique Santos Discépolo al hacer crítica referencia al decadente siglo XX que le tocó vivir. En un verso de ese sentimiento que se baila, el autor dice : “… y en el mismo lodo todos revolcados”. Lamentablemente el actual siglo que cursa presenta el aspecto que conocemos y tampoco vaticina un futuro mejor.
Si patético e insólito resulta lo existente, el mismo carácter tienen las declaraciones y razones de un ejecutivo de la televisión que en su argumentación contesta: “Es lo que la gente pide y quiere ver “.
¿ Será tan así ? Si así fuera, sería otra fatalidad.
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