El Hamlet chilote de Raúl Ruiz llega a librerías

Recientemente, Hueders publicó la última obra teatral de Raúl Ruiz: Amledi, el tonto. La pieza, que cruza mitos escandinavos y chilotes, fue estrenada en 2011, meses antes de la muerte del realizador.

Recientemente, Hueders publicó la última obra teatral de Raúl Ruiz: Amledi, el tonto. La pieza, que cruza mitos escandinavos y chilotes, fue estrenada en 2011, meses antes de la muerte del realizador.

Sentado en un sillón, vestido con un suéter oscuro, Raúl Ruiz respondía: “Acá se van a entretener más, porque van a ver que el padre trágico de Hamlet es un fantasma. Se parece en las estrellas y es copuchento”.

-¿Es un Hamlet más salvaje?

-El personaje no es muy elegante.

De esta forma, en diciembre de 2010, Raúl Ruiz adelantaba lo que sería Amledi, el tonto, montaje que debía estrenarse un mes más tarde en el marco del Festival Santiago a Mil y que contemplaba en su elenco a actores como Rodrigo Soto, Claudia di Girólamo, Francisco Reyes y Daniel Alcaíno, entre otros.  

Consecuentemente el estreno fue un éxito: la crítica recibió bien la obra, las siete funciones agendadas en el Teatro Municipal de Las Condes se repletaron y la obra marcó un precedente. Sin embargo, con el tiempo, la pieza también se transformó en uno de los últimos montajes escritos y dirigidos por el cineasta, quien fallecería en agosto de 2011.

Chamila Rodríguez junto a Raúl Ruiz.

Chamila Rodríguez junto a Raúl Ruiz durante ensayo de la obra.

Recientemente, este texto fue publicado por la editorial Hueders. En él, Ruiz recoge el mito de Amleth, donde el príncipe de Dinamarca finge su idiotez y locura para conservar su vida y vengar la muerte de su padre.

Este relato escandinavo también inspiró al Hamlet de Shakespeare, no obstante, en la versión de Ruiz, la historia se desentiende de la herencia europea para, focalizarse, en las tradiciones chilotas.  

“La idea de la obra es hacer este difícil casamiento entre el Hamlet de los nórdicos y algunas imágenes sonoras mías de juventud y niñez en Chiloé, que es donde pasé los momentos más intensos de mi vida, así es que tengo una imagen muy positiva de ese lejano archipiélago”, decía Ruiz respecto del origen del montaje.  

Pero más allá del rescate de las tradiciones chilotas, el texto también da cuenta de otra perspectiva.“Tiene un tremendo valor literario, por la riqueza del imaginario que despliega, pero también por la calidad poética de sus diálogos, plagados de juegos de palabras, guiños a la poesía chilena y giros del habla popular”, comenta Macarena García Moggia, investigadora de la Universidad Católica de Valparaíso.

Para la académica el montaje también hace referencia a una sociedad en crisis,  “una sociedad que se prepara para una batalla que está por venir, pero no viene”. 

“Una sociedad, además, que no se relaciona de acuerdo a ningún tipo de regla, a no ser aquellas que dictan los caprichos de victimarios y víctimas. Una sociedad, finalmente, cuyo sistema de creencias está en crisis, entonces anda a la búsqueda del mejor postor”, advierte.

Además, comenta que la obra puede leerse a partir del teatro del absurdo: “Todos los personajes entran en contradicción y no hay conflicto alguno con eso. Puede leerse desde lo absurdo, pero también desde cómo eso que creemos nuestras convicciones no son sino formas de jugar con las palabras, o de que las palabras jueguen con nosotros”.

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Ruiz junto a elenco de la obra.

A muy temprana edad Riuz fue convocado por el teatro. A sus 16 años estrenó su primer montaje. Luego, una vez en el exilio, inició una carrera como dramaturgo que lo llevó a diversos escenarios.

Sin embargo, pese a este trabajo, las obras teatrales de Ruiz aún no son conocidas. Antes de convertirse en director de cine, se entrenaron obras suyas en Chile que fueron interpretadas por importantes actores de la época. Por ejemplo, en 1962 se estrenó Dúo, montaje que fue interpretado por la compañía de Los Cuatro y que contó con la dirección de Víctor Jara.

En este sentido, Macarena García señala que la obra dramática de Ruiz es un campo que recién comienza a explorarse: “En ese entonces la crítica especializada lo consideró, junto a Jorge Díaz, como un pionero del teatro chileno de vanguardia. Si bien su carrera posterior como cineasta invisibilizó esta dimensión, Ruiz nunca dejó de escribir y realizar teatro, tampoco durante su largo período de exilio en Europa. En Italia, por ejemplo, entiendo que hizo muchas obras”.   





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