La capital (aun más) indignada


Viernes 18 de octubre 2019 11:49 hrs.


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Señor Director:

Es imposible soslayar el fenómeno de las evasiones masivas que se han tomado la pauta los últimos días. Una vez más, nuestros estudiantes colocan sobre la mesa los atropellos que los últimos gobiernos han propiciado al pueblo chileno. Es que esta vez se tocó lo doméstico, el bolsillo de nuestra clase trabajadora. Los que toman el metro, los que se bancan el hacinamiento de los buses, los patipelados que madrugan y llegan a la hora del noticiario prime.

La ministra Hutt vocea que los estudiantes no deben reclamar, pues la tarifa se ha subido solamente al pasaje adulto. Parece que no entiende que son jóvenes que tienen una conciencia colectiva más desarrollada que los personajes neoliberales que están llevando las riendas de este sistema que va a los tumbos. No son sus bolsillos, son los de sus padres, aquellos que ven día a día y les dicen “mijito, mijita, esfuércese para que no le pasen por encima”. Los cabros lo entendieron todo, eso no te lo enseña la PSU ni es beneficio de la TNE. Ahí, el gobierno, a través de su secretaria de estado, evidenció el reduccionismo de su mirada, ratifica la visión de las personas como consumidores, sin un mínimo de respeto por quienes pagan sus salarios.

¿Qué no es la forma? Bueno, expliquémonos entonces por qué son nuestros jóvenes quienes una vez más nos deben enrostrar lo que los adultos no hemos podido. Que sepa, ningún cambio relevante se consiguió en una mesa con jugo y galletas. A lo más, en esos casos, todo termina en una foto de políticos tomados de la mano arriba, y mediante triquiñuelas profundizan leyes que precarizan la vida de los chilenos, y que se aplican a razón de los privilegios de cada cual. O pensándolo bien, quizás “los otros” tengan razón en decir que “no es la forma” correcta la que utilizan los estudiantes, hay que potenciarla más, incluir más. A la vuelta de la esquina tenemos las pensiones y la jornada laboral, y podemos seguir mencionando.

El gobierno neoliberal de Piñera, una vez más, ha demostrado su ceguera y afán punitivo. Todos estos días se ha sabido de amenazas, de tildar de delincuentes a quienes se expresan, de un maltrato verbal en cadena nacional frente a un descontento social que se justifica plenamente, toda vez que Red, el ex Transantiago, cada día que pasa va convirtiéndose en una máquina de humo que todavía no logra revertir el daño patrimonial al Estado y sobre todo la herida profunda en la calidad de vida de los santiaguinos. Y temo que esté todavía muy lejos de aquello.

¿Por qué lo anterior? Presentar una flota de buses eléctricos –que cabe señalar, según ha dicho la exministra Paola Tapia también contribuye al alza de la tarifa-, en el contexto de una licitación que se ha postergado de una manera que, por lo menos, causa sospecha, se convirtió en el distractor de un problema que no encuentra la solución.

Al día de hoy, Red es el mismo Transantiago, con busecitos nuevos, pero con las mismas calles deterioradas, corredores a medio terminar (como el de avenida Independencia) y sin un plan de nuevos corredores en el futuro. Se suma que persiste un hoyo financiero a causa de un modelo de financiamiento sigue dañando gravemente al patrimonio estatal, cabe señalar que el subsidio de 500 mil millones solo dura hasta 2022, y después solamente existirá el  aporte permanente por el pasaje escolar de 190 mil millones, lo que obligará a legislar nuevamente al respecto. También, existe un plan de expansión del metro ambicioso, pero sesgado hacia el sector oriente (honrosas excepciones las de Renca, Bajos de Mena y Línea 9 por Santa Rosa), contratos antiguos con operadores de buses que se han debido extender con empresas de pésimos índices como Express (hermana de la extinta Alsacia) que permiten que buses con más de 14 años de funcionamiento continúen funcionando en lamentables condiciones, y así podría seguir alargando este párrafo.

Después de todo esto, ¿seguiremos discutiendo cuál es la forma de que la ciudadanía deba expresar su descontento? La ciudad se siente maltratada, y cumplirá 13 años así. Daño que está a años luz de que un puñado de escolares se pasen por arriba los torniquetes, daño que ha sido tratado con ineptitud por gente como el ministro de Economía Andrés Fontaine, quien invita a levantarse aún más temprano, en términos que sirve a un gobierno que prometió en sus dos períodos terminar con el Transantiago. Supiera nada más este señor que antes de las seis de la mañana salen las micros llenas de la periferia.

A las personas les tocaron el bolsillo una vez más, y con lo más básico, y es comprensible que no encuentren motivo para eso, pues se cansaron de que se rían en su cara. En tanto, la capital se sigue indignando.

 

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