Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 30 de abril de 2024


Escritorio

Ciudades en tiempos de eclosión

Columna de opinión por Yolanda Acevedo
Domingo 17 de noviembre 2019 13:09 hrs.


Compartir en

Eclosión es el brote, el nacimiento o la aparición súbita, así ha sido el acontecer para nuestra ciudades a partir del día 18 de octubre de 2019.

La ciudad es el espacio vital en el cual las civilizaciones han nacido, crecido, evolucionado y transformado. Por ello conserva siglos de historia política, social y económica, también da cuenta de destrucciones, de aplastamientos de unas culturas sobre otras, también de conservaciones que van perdiendo vitalidad original dando lugar a otros aspectos culturales. Con ello podemos decir que ha sido el escenario cultural por excelencia.

Uso el vocablo eclosión porque considero que eso es efectivamente el fenómeno urbano al que hemos asistido en estas semanas, han brotado súbitamente las personas, las organizaciones y los sentimientos que han estado constreñidos en nuestra sociedad por siglos.

Actualmente las ciudades chilenas de norte a sur, particularmente sus plazas, calles y avenidas han sido escenario de situaciones inéditas en nuestra historia, tales como los cabildos autoconvocados. En ellos hemos visto a la ciudadanía manifestar sus sentimientos, pesares, cicatrices y sueños de múltiples maneras y colores. Es así como miles y miles de personas han participado en Cabildos Ciudadanos, Cabildos Territoriales, Cabildos Gremiales, Cabildos Institucionales. La gran mayoría de los chilenos estamos de acuerdo en que tenemos que darnos una Nueva Constitución, declarando que Pensiones, Salud y Educación son las demandas más importantes para la población, de acuerdo a los resultados de la encuesta de octubre de “Termómetro Social” realizada por el Núcleo Milenio de Desarrollo Social y el Centro de Microdatos, en colaboración con el Centro de Estudios de Estudios de Conflicto y Cohesión Social de la Universidad de Chile.

Cuando una ciudad eclosiona en la forma como ha ocurrido en Chile, cuando sobre lo que reflexionamos es sobre un estallido social, es cuando los cánones clásicos y las convenciones tradicionales han sido sobrepasadas desde todos los ámbitos de las culturas que pueblan nuestras ciudades y campos.

Tal vez, uno de los sentimientos esenciales más constreñidos hasta ahora junto con el de dignidad fue el de la libertad, tan oprimidos hemos estado, que se nos ha arrebatado el sentido mismo de la vida, sentimiento afichado innumerables veces en la frase: “Hasta que valga la pena vivir”, así como “Hasta que la dignidad se haga costumbre”. Hoy la Plaza Italia es llamada la Plaza de la Dignidad.

Nuestras ciudades hoy además de estar cabildeando (sí, el nuevo verbo que conjugamos),  están eclosionando, todos nuestros territorios están en ello, porque, asistimos a un proceso evolutivo estructural.

El carácter profundamente mestizo de nuestra sociedad y nuestra geografía han acunado como en ninguna otra parte del globo a este país que si bien se ha asimilado a muchos otros, arrastra temas identitarios que brotan en esta primavera con la fuerza implacable de un volcán…tal como la cordillera. Así como la energía acumulada en la convergencia entre las placas de Nazca y Antártica generando zonas de subducción, que nos estremece con terremotos cada cierto tiempo, sin descuidar que el estado tembloroso imperceptible es casi permanente; así también nuestra sociedad ha acumulado inequidades insostenibles al día de hoy. La ciudad ha sido el escenario de aquello, y se apresta con toda su historia a ser también el escenario de las resiliencias y los cambios culturales que nuestra sociedad multicultural añora.

Las 22 universidades que integran la Agrupación de Universidades Regionales de Chile, así como las dieciocho Universidades del Estado de Chile han declarado públicamente LA URGENTE NECESIDAD DE DIÁLOGO POR LA EQUIDAD Y COHESIÓN SOCIAL, llamando a escuchar las demandas sociales, políticas, económicas y culturales expresadas por la ciudadanía, y los distintos actores de la realidad nacional y regional. Su legitimidad demanda articular un nuevo pacto social, que incluya los intereses y derechos de una comunidad que ha cambiado y que transita aceleradamente hacia una nueva forma de percibirnos e imaginarnos. Por otra parte, sostienen que la educación pública, constituye un instrumento fundamental para alcanzar un nuevo modelo de desarrollo inclusivo y sostenible, en el cual cifrar expectativas de un horizonte de progreso, equidad y justicia.

Muy valioso considero además el pronunciamiento de fecha 02.11.2019 por Marjorie Murray y Helene Risor y publicado en Ciper, en el que afirman: “Hay que asumir con humildad que quienes formamos parte de la comunidad científica no hemos estado a la altura de los problemas de Chile” escriben las autoras. La ciencia, explican, ha ofrecido soluciones parciales a temas estructurales o se ha conformado con abordar los problemas “asépticamente, con el foco en la publicación prestigiosa más que en el drama estudiado”. El texto propone caminos para que la ciencia vuelva a conectarse con lo público y las personas. Por ejemplo, revisar “la noción de ciencia, evidencia y, sobre todo, de experticia con que se opera en Chile”.

Así como la eclosión de nuestras ciudades y territorios borda esta Primavera 2019, tal como lo escribe Alberto Fuguet en su columna del 10 de Noviembre: “El cine está en la calle, al igual que las historias. Ir a un cabildo es ir a escuchar ideas, cuentos de hadas, realismo, terror y hasta realismo mágico. La gente cuenta sus historias, desean ser escuchados, narrar, conectar, compartir… Hace mucho que no había tanto arte vivo: teatro, performance, danza, fotografía, poesía en las pancartas y en los grafitis. Chile es país de poetas, sigue siendo cierto; la gente crea artefactos, rayados, eslóganes, inventan nuevas consignas. Es necesario celebrar el arte y las ganas y las pulsaciones que están surgiendo. Esta primavera no huele a Fondart, sino a adrenalina. Y a rabia, temor, confusión y, por qué no admitirlo, a sexo, a sudor y a alegría (quizás por fin la alegría llegó, o la alegría que produce sentirse libre y sin miedo por un rato). El aire se vuelve picante y la ciudad huele a gas lacrimógeno, Curiosa la estética oficialista: no solo no hay narrativa ni épica, ni siquiera sonetos sobre el miedo que refleja el pavor de los que solo tienen miedo y culpa, y necesitan visibilizarse con reflectantes que enceguecen los ojos baleados. Así es: balear ojos, dispersar con balines es, al final, querer cegar, impedir que miren. Ojos que no ven, pero en esta ráfaga de imágenes son justamente la imagen más fuerte que ha provocado esta primavera”.

Esta Primavera ha puesto en nuestros espacios públicos, en la calle, todo el arte que ha pretendido fondarizarse, porque la calle trasciende la institucionalidad, todas las institucionalidades, por ello la ciudadanía se ha dado formas nuevas de organización social, que intenta día a día transformar la indignación generalizada. Las ansias del encuentro y la conversación, de mirarse a los ojos, han ido resignificando y recuperando los espacios públicos en su sentido originario y en el germinal.

Fuguet agrega: Santiago está ardiendo y más vivo que nunca, es porque está en estado de cine, de biógrafo, escribiendo una vida que durará para siempre, como las buenas películas, y abandonando la vida que no vale la pena, esa que no merece destino de pantalla grande”.

Porque el arte, más que la captura de la oportunidad es la expresión incontenible de la emoción, parte de ello lo describió J. S. Mill[1] en su “Ensayo sobre la Libertad” en 1859, en cuya Introducción concluye discutiendo lo que él reclamaba eran las tres libertades básicas en orden de importancia:
• la libertad de pensamiento y emoción. Esto incluye la libertad de actuar de acuerdo con dicho pensamiento, es decir, la libertad de expresión;
• la libertad de buscar tus gustos (siempre que no dañen a otros), incluso si se los considera “inmorales”;
• la libertad de unirse siempre y cuando los miembros involucrados sean mayores de edad, los miembros involucrados no sean forzados y no se haga daño a los demás.
La verdad sobrevivirá necesariamente a la persecución y que la sociedad solo necesita enseñar los fundamentos de la verdad, no las objeciones a ella.

PHOTO-2019-11-15-13-09-10

 

La autora es  Maître Planification Urbaine Paris 8, MS.Desarrollo Regional PUC Chile.
[1] J Stuart Mill Londres, (20 de mayo de 1806-Aviñón, Francia; 8 de mayo de 1873) fue un filósofo, político y economista inglés de origen escocés, representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.