En estos días de contingencia y crisis sanitaria a nivel mundial, donde nuestro país no se ha escapado, abundan los adultos a cargo de los niños y niñas menores de seis años cuestionándose ¿cómo hago para que aprenda mi hijo? ¿necesito hacerle tareas? ¿habrá alguna guía que bajar por Internet?
Es importante tener presente que, para el resguardo emocional de los niños y niñas, quienes aunque ustedes no lo crean se preguntan lo siguiente: ¿qué pasa? ¿por qué no puedo salir? ¿cuándo veré a mis amigos? o si son más pequeños probablemente se vuelvan inquietos y más demandantes.
Como adultos familiares tenemos que saber que tienen toda una vida para hacer actividades sentados (lamentablemente), pero ahora no pueden ni deben estarlo. Además, deben de aprender diariamente y eso no significa hacerles “tareas” que tradicionalmente conocemos con papel y lápiz. Veamos un ejemplo de cómo fomentar el aprendizaje en los niños y niñas entre tres y seis años. Al despertarse ya les podemos consultar ¿qué día será? si ayer fue… ¿hoy es?
Recordando los días de la semana, así el(la) niño(a) comienza a desarrollar conceptos y nociones temporales. Probablemente querrá elegir su ropa, dejémosle; estará favoreciendo su autonomía. Si le pedimos que nos ayude a poner la mesa diciendo, por ejemplo, coloca una servilleta para cada plato, estará favoreciendo el pensamiento matemático y lo mismo si le pedimos que saque las cucharas que se necesitan para la cantidad de puestos que hay en la mesa.
Ofrecerle que nos ayude a regar las plantas o barrer estaremos generando en él o ella el cuidado del medio ambiente. Con resguardo, en la cocina le podemos invitar y solicitar que nos entregue una zanahoria grande, tres papas pequeñas, favoreciendo el pensamiento matemático, al ismo tiempo que señalarle o preguntarle por qué no se puede acercar al fuego, de este modo lo haremos reflexionar potenciando su autocuidado.
No faltará ocasión en que juntos puedan hacer un queque, donde podrán leer una receta lo que permitirá que comience a reconocer el lenguaje escrito y tal vez algunas letras. Hasta le podemos pedir que escriba el nombre de cada integrante de la familia en una tarjeta y ponga en los puestos de la mesa.
Esto no significa que los adultos tengan que estar todo el tiempo junto a los niños y niñas; los pueden invitar a jugar libremente, a pintar piedras para que quede bonito el jardín, a decorar cajas de zapato para guardar sus juguetes ordenados, pasarles cajas de cartón para que se metan en ellas o construyan; facilitarles una caja con ropa y accesorios (carteras, zapatos grandes, lentes, etc.) para que se disfracen.
Todos estos ejemplos varían según la edad de los niños y niñas y, como podemos apreciar, en la cotidianeidad pueden desarrollar todo tipo de aprendizajes. Lo más importante es disfrutar de las experiencias y de los errores de los niños y niñas que son fuentes de aprendizaje emocional y social.
La autora es académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y Doctora en Educación por la Universidad de Granada.