Aparentemente el uso doloso de licencias médicas está llegando a su fin. Los médicos sorprendidos en esas prácticas serán sancionados con multas e incluso con la cárcel.
En días pasados, un trabajador me señalaba que en una población del sector sur de Santiago se entregaban licencias y que su valor dependía de los días de reposo que se solicitaran. Era una casa con secretaria, mostrador y un despacho en que aparentemente estaba el médico que las otorgaba. Casi tan formal como una notaría de barrio. Se hacía una cola en la vereda antes que comenzara la atención. Era un secreto a voces en el barrio.
La licencia médica legaliza el reposo y es parte del tratamiento de un problema de salud, sin embargo la falta de fiscalización determinó que se extendiera cada vez más su uso indebido. Para muchos operó como subsidio de cesantía, acogiéndose a reposo médico frente a la inminencia de un despido. Para otros menos escrupulosos pasó a ser una fuente de ingresos. Tanto médicos individuales como empresas de papel comenzaron a emitir y cobrar licencias defraudando en varios millones a los seguros de salud y particularmente a Fonasa.
La gran demora en implementar la licencia electrónica ha contribuido a que este mal se extienda. Curiosamente la nueva ley no la incluiría.
Otra gran sangría de recursos en el área de las licencias la constituye el reposo por enfermedad del hijo menor de un año. Esta licencia diseñada para cuidar a niños frágiles en su primer año de vida se desnaturalizó por un acuerdo entre la madre y el pediatra. El reflujo pasó a ser una patología recurrente, particularmente en los hijos de madres de mejores ingresos que conseguían así un post natal de un año.
El post natal de seis meses corregirá esta distorsión y hará equitativo el beneficio de cuidar al niño el primer semestre de vida.
Todas estas prácticas mañosas no reciben la sanción ciudadana que merecen. Aparentemente defraudar al fisco es algo que se considera una pillería. Necesitamos otra ciudadanía, que entienda que los recursos públicos son para el beneficio de todos y su mal uso debe ser sancionado, en salud y en cualquier otra esfera de la vida social.
Es necesario que las autoridades hagan transparente la información relativa al uso doloso de licencias de modo que los culpables no sólo reciban sanciones penales sino además un castigo de los usuarios, dejando de consultarlos.
Un mejor uso de las licencias médicas permitirá destinar recursos a mejorar los programas de salud, financiando nuevos exámenes y mejores medicamentos. El mejor uso de licencias y la modernización en su sistema de control permitirá que cientos de funcionarios dediquen sus esfuerzos a mejorar la salud de las personas más que a perseguir delincuentes.
El gremio médico debe apoyar estas medidas, sancionando también las conductas poco éticas de sus asociados. Esto ayudará a que recupere en parte la credibilidad y confianza ciudadana que tanto ha perdido.