Aún están latentes las palabras del mandatario venezolano, Hugo Chávez, quien pidió al Presidente electo, Sebastián Piñera, que no se metiera con él, ni su gobierno, después de que éste asegurara que tienen “muchas diferencias”.
Chávez afirmó que Piñera "ya dijo una verdad, dijo que no estaba de acuerdo con la forma como se practica la democracia en Venezuela", y aseguró que sus dichos son comprensibles por su carácter de "empresario rico", lo que hace "imposible que esté de acuerdo con una revolución socialista".
En defensa del mandatario electo salió el presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, quien manifestó su enérgico rechazo a la intromisión de Chávez, a quien calificó como un “totalitario intolerante”.
“Hay una forma en la que actúa el Presidente Venezolano que es profundamente intolerable. Chávez le tiene pánico a la política, al que piensa distinto. Es un totalitario de los modernos. Él se va a encontrar en el ámbito internacional con Sebastián Piñera que tiene muy claros los valores de la libertad, la democracia y la tolerancia. Eso no le gusta a Chávez. Tendrá que acostumbrarse o tragarse las palabras”, sentenció el parlamentario.
El canciller Mariano Fernández, prefirió ser más cauto y diplomático en la polémica y aconsejó a Sebastián Piñera que es mejor opinar cuando esté al mando del gobierno.
“No le niego el derecho de expresarse a nadie. Pero cuando uno lo hace hay consecuencias. En política exterior sería más recomendable que el gobierno que va a asumir emita sus percepciones de manera adecuada una vez que esté instalado en el gobierno”, dijo Fernández.
Sin embargo, para el analista internacional, Mladen Yopo, esta situación es sólo un impasse retórico utilizado por Hugo Chávez para probar al Presidente electo. Además Yopo descartó de plano cualquier postura chilena en contra de la integración sudamericana, como ha sido la tónica de los últimos años.
El analista aseguró además que la constante del Presidente Chávez suele ser de fuertes emplazamientos a otros gobernantes, pero siempre manteniendo relaciones económicas y bilaterales con países que, incluso, no comparten su pensamiento político, como ocurre con los Estados Unidos.