Descenso de matrículas en colegios municipales y desafíos del nuevo Gobierno

  • 18-02-2010

El nuevo gobierno se encontrará con la realidad de que las matrículas de colegios municipalizados experimentan una alarmante disminución, producto de la migración hacia los colegios subvencionados.  De datos estadísticos de la presente década, esta matrícula ha caído desde un 52 por ciento en el año 2002 a un 43 por ciento en el año 2008 y al 37 por ciento a diciembre de 2009.

Esta regresiva situación de casi treinta años, debido a carencias en la gestión de los colegios municipalizados, a una deficiente formación del profesorado y de una carrera docente que no apunta a la excelencia ni a perfeccionamientos acreditados, así como a la ausencia de estímulos y remuneraciones apropiadas, nos obliga a buscar formas de revertir este proceso a la brevedad por el bienestar de las grandes mayorías de nuestro país.

Bastante se ha mencionado y discutido el tema de la baja subvención escolar por estudiante, así como del modelo de asistencia en aula para justificar las transferencias de aportes estatales.  Sin embargo, a pesar de los mayores aportes del Estado, inversiones de infraestructura, programas de libros, extensión horaria, etc., no se ha logrado salir de los desmejorados niveles de comparación nacional e internacional que nuestra educación pública tiene.  Y es que, por más inversión que se solicita para el mejoramiento educacional, seguimos obviando la razón fundamental de todo proceso educativo, cual es la estrecha relación que tiene que establecerse entre maestro y discípulo.  Es sobre la base de explorar e inducir intereses comunes que la educación surge para enseñar y aprender, en una permanente interacción que se hace desde el respeto y del reconocimiento a la construcción de una relación cotidiana.

Es por ello que, en un período de tanto abandono, desmotivación y frustraciones que se han ido plasmando en las aulas de los colegios municipalizados, se hace necesario emprender reformas novedosas que permitan revertir este grave proceso involutivo que poco luce frente al motivante y pujante desenvolvimiento que presentan los colegios privados y desde un poco más atrás, los colegios subvencionados.

De ahí que iniciemos un primer cambio del sistema transformando una debilidad en una fortaleza.  Esto es, en atención a la reducción que han experimentado los colegios municipalizados en materia de matrículas, disminuyamos el número máximo de alumnos por curso, de modo que la Educación Pública Municipal no sobrepase la relación de un profesor por cada 30 alumnos en aula, asegurando una mayor dedicación al estudiante por parte del docente.

En segundo lugar, y en la misma línea de razonamiento, definamos que un profesor de Colegio Municipal no podrá atender más de 150 alumnos por semana, de modo que su tiempo para docencia directa se ajuste a una media jornada, quedando la otra mitad para preparación de material docente y evaluaciones, a la realización de actividades complementarias que incorporen la participación familiar del educando como parte del proceso educativo y asistencias a programas de perfeccionamiento continuo.  

En tercer término, el ejercicio de la labor docente en colegios municipalizados debería ser una labor con dedicación exclusiva, de manera que el acto creativo de la enseñanza-aprendizaje surja desde la emocionalidad que se establece al construir vínculos valóricos más que transferencias de conocimientos, estos últimos, altamente asequibles por extraordinarias bases de datos más poderosas que los conocimientos cuantitativos del que posee todo profesor.

Sin duda que, en la medida que se recupere el rol del profesor como un profesional cuyo tiempo de calidad es escaso y, por tanto, debe entregarlo al educando que más lo necesita, como sociedad iremos centrando el quehacer de la educación pública como un referente de la buena educación, para interés del propio educando, de su familia y de todo el país.

Dr. Raúl Morales Segura
Decano de la Facultad de Ciencias y
Candidato a Rector de la Universidad de Chile
 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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