En entrevista con la primera edición de Radioanálisis, el Doctor en Economía y Ciencia Política de la Universidad de Santiago y de la Universidad de Cambridge, José Gabriel Palma, conversó sobre la crisis económica mundial provocada por el COVID-19.
Al respecto, Palma comentó que la pandemia expuso una serie de debilidades existentes no solo en la economía mundial, sino también en los sistemas de salud.
Asimismo, ante el mal enfrentamiento de la crisis y las debilidades transparentadas, José Gabriel Palma indicó que si alguien salió mal de esta crisis en términos profesionales son los economistas, al demostrarse que el modelo que tanto se había defendido no dio el ancho.
“Toda la forma de pensar el Estado en este nuevo modelo fue algo que realmente ya mucho antes de esto topaba fondo, porque no solamente el Estado se redujo a algo bastante emasculado, en el sentido de que su capacidad de respuesta frente a problemas como estos pasó a ser bastante reducía, sino que el mercado se extendió a una serie de áreas, las cuales antes eran normalmente del Estado y ahora pasaron a ser manejadas por el sector privado”, dijo.
“Por una lado eran Estados capturados por estos intereses y, por otro, mi profesión, la de economista, no todos hay excepción, pero la mayoría lo único que se dedicaba era a darle una justificación a esto. Es algo que realmente era un poco patético, basta ver en Chile, todas las predicciones en Chile que se hicieron, todo lo que iba pasar si de aprobaba el 10 por ciento, competían entre ellos por predecir un cataclismo peor, pero al final se aprobó y la cosa funciona, y de repente el dólar empieza a caer, en lugar de darse todas estas predicciones apocalípticas”.
El economista añadió que el resultado de aquel modelo “ha sido nefasto”, con, por ejemplo, servicios básicos de mala calidad y alto precio para las y los ciudadanos.
“Estos economistas que se han dedicado a dar predicciones apocalípticas para cualquier cambio son como Pedro y el lobo, ya han dicho tanto que viene el lobo que ya nadie los escucha y eso tampoco es bueno. Aquí, si alguien sale mal, es la profesión económica”, comentó el académico de la Universidad de Santiago.
En esa línea, Palma destacó lo sucedido en China, donde se han registrado en los últimos años importantes cifras de crecimiento, y en los cargos para la toma de decisiones los abogados y los economistas han sido desplazados por profesionales de otras áreas como la ingeniería y las ciencias.
“Parece que hoy día el economista lo único que hace es encontrar problemas para hacer las cosas, mientras que el instinto de los ingenieros civiles y del cientista natural es encontrar soluciones para hacer las cosas y, en ese sentido, la experiencia de China es interesante y poco se habla de eso”.
“Toda rigidez ideológica intelectual en este minuto es un problema serio, y todo lo fundamental es tener flexibilidad y además Estados y Gobiernos con espacio para hacer política económica, para cambiar su política económica ir ajustándola a la realidad cambiante. La inercia nunca se ha pagado más caro que hora en materia de política económica y forma de pensar las cosas”, comentó el también académico de la Universidad de Cambridge.
En tanto, respecto a procesos futuros, el destacado académico señaló que es importante avanzar en tener una política económica con espacio de maniobra, dado que la actual cuenta con las leyes de amarre que dejó la dictadura.
“Lo fundamental ojalá de la nueva Constitución, que ojalá la haya, es terminar con todos esos obstáculos que limitan el rol del Estado en la economía, en el sentido de que lo rigidizan a un tipo de rol y un tipo de forma de hacer las cosas que en ciertas situaciones tal vez más o menos funciona, pero en otras no. Y el problema es que cuando en otras no, no hay ninguna capacidad de cambio”.
En esa línea, el académico lamentó que ya con esa poca flexibilidad, se busquen y se avance en nuevas formas de establecer límites, como es el caso del TPP-11: “Lo único que habrían generado, si el TPP estuviera funcionando, sería un tsunami de reclamos, demandas de parte de las corporaciones por compensación en estas cortes de fantasía que se iban a crear. Por ejemplo, las AFPs podrían demandar por compensación por el 10 por ciento, los bancos privados podrían reclamar por compensación por lo que se llama entre comillas competencia desleal porque el Gobierno da estos créditos blandos”, dijo.
“Estamos en una situación en la cual el Estado ya tiene una rigidez y una política económica absoluta y, además, se le quieren poner más camisas de fuerza como el TPP- 11. Si no hubiese sido por el estallido social de octubre pasado estaría en funcionamiento y los mismos senadores que estaban a favor de esto, hoy día son los que están liderando el retiro del 10 por ciento, es absurdo”, concluyó el economista.