Mateo Perea, historiador: “El arte es un vehículo fundamental para tramitar los recuerdos traumáticos”

Corea, Vietnam y el Líbano son países con grietas históricas y profundas, destinos que ha recorrido el colombiano para compartir sus conocimientos en Tejidos Chakana, un proyecto que trabaja con víctimas de crímenes de Estado.

Corea, Vietnam y el Líbano son países con grietas históricas y profundas, destinos que ha recorrido el colombiano para compartir sus conocimientos en Tejidos Chakana, un proyecto que trabaja con víctimas de crímenes de Estado.

El colombiano Mateo Perea Bernal lidera Tejidos Chakana, espacio artístico que tiene como fin, utilizar el arte como herramienta de resignificación de los traumas y transmitir un mensaje de paz y reconciliación a la sociedad. Esta semana llegó a Chile para dictar un taller con chaquiras sobre las chakanas y una charla en la Plataforma Cultural del Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile, coordinada por la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones y la Embajada de Colombia.

Corea, Vietnam y el Líbano son países con grietas históricas y profundas, destinos que ha recorrido Mateo Perea Bernal para compartir sus conocimientos en Tejidos Chakana, un proyecto que trabaja con “sobrevivientes del conflicto”, como denominan desde el colectivo a las víctimas de crímenes de Estado.

A través del oficio con chaquira, elaboran retratos de víctimas desaparecidas y también ropa, usando el arte como herramienta de transformación y resignificación del trauma. “Hemos visto cómo, a partir de los bordados, del dibujo, de muchas otras manifestaciones artísticas, se toman para mantener viva esa memoria. Pero también para tramitar eso de una manera creativa, más propositiva y no quedarse únicamente en el rencor, en la sed de venganza”, mencionó.

Hace cinco años dirige Tejidos Chakana, que comenzó en 2007 como una iniciativa personal. El nombre alude a la herencia y ser humano de Los Andes, pues Bogotá es una ciudad que está a 2 mil 625 metros de altura media, y la palabra chakana es un concepto andino muy amplio.

El oficio que realizan es el tejido con chaquira, también conocidas como mostacillas de vidrio, que son de hace más de 2 mil años. La más antigua que ha visto el historiador es del 2140 A.C., en el pabellón egipcio del Museo Metropolitano de Nueva York. “Empiezan a llegar al continente cuando se da el encuentro de América. Entonces, los aborígenes de esta zona, que son donde primero llegan, las llaman chaquira. También posteriormente les llaman cuentas, porque sirven para los rosarios y para todos los collares religiosos que sirven para contar las oraciones”, explicó.

– ¿Cuáles son las motivaciones personales que tuviste para investigar sobre la chakana?

Chakana surge porque mi hermano hizo un viaje hacia Ecuador y Perú. Él es antropólogo, y llega y me cuenta sobre la chakana. Entonces, yo estaba empezando a estudiar historia. Empiezo a investigar también y encuentro que la chakana es todo un universo en el pensamiento andino. Es una concepción, es un concepto que engloba casi todas las partes de la relación del ser humano andino con el cosmos en general.

Ya en la pandemia en el año 2020 tenía tiempo para tejer, tenía tiempo para dedicarme a lo que a mí me gustaba. Entonces, eso se empieza a mover, como que a la gente en las redes les gustó el trabajo. Después llega un punto en el que yo digo “bueno, vinculemos más gente al proyecto”. Les hago una invitación a un colectivo de excombatientes de las Farc, radicados en la ciudad de Bogotá y les empiezo a dar un ciclo de talleres gratuitos. Posteriormente, nos hacen invitaciones para talleres en barrios periféricos de Bogotá y empezamos a vincular otros colectivos de víctimas de crímenes de Estado, familiares de soldados y en general, otras organizaciones alrededor del conflicto.

– ¿Qué significa para ti trabajar con este arte? Tú lo mencionaste, tiene una inspiración andina…

Yo digo que hacemos artesanía contemporánea, porque las técnicas que usamos para tejer no son técnicas que tengan un arraigo étnico muy definido. Nosotros trabajamos con el tejido chaquira, pero se hace en muchas partes del mundo. Lo hacen en Colombia, el pueblo vera, el pueblo guna; México, Estados Unidos, Ucrania, República Checa, Japón, África.

Yo digo que, retomando que es artesanía contemporánea, el nombre Chakana es una forma de referirnos a esa herencia y, también con mucho respeto, a esa relación que establecieron los seres andinos actuales y antiguos con el entorno. Es como una forma de rendirle homenaje a una forma de pensamiento, según mi concepto, más respetuosa, más armoniosa, más recíproca con el entorno que nos rodea.

– ¿Qué significa para ti hacer este tipo de arte en la época contemporánea?

Es una forma de volver a los oficios, a las raíces, a tratar de retomar un poco ese pensamiento ancestral que nos han legado tantos pueblos en el mundo. Yo considero que es una forma de expresar. El tejido finalmente es un lenguaje, texto. La relación entre texto y textil.

Vemos que, a través de diferentes pueblos, el tejido ha servido como un dispositivo de memoria. El tejido siempre ha sido un dispositivo para proyectar el pensamiento a otras generaciones, porque en muchos textiles andinos hemos visto representaciones de los mitos. En general, el tejido es un dispositivo que permite transmitir la memoria.

Es para este colectivo muy importante retomar el trabajo con los textiles. Ahorita, yo veo que el trabajo artesanal y todos los oficios están en auge. Para nosotros es muy importante poder enseñar, darle talleres a la gente para que aprenda a tejer, porque es también una forma de volver en los tiempos, que son [hoy] tan rápidos.

– ¿Cómo recibes esta invitación a realizar un taller en la Universidad de Chile?

Con mucha alegría, con mucho entusiasmo y en lo que es trabajo de la memoria, consideramos que Chile es un país pionero en el trabajo que las arpilleras emprendieron en los años 70 como forma de denuncia, pero también como forma de sacar esa información del país es muy importante. Es un referente en estos trabajos de la memoria a partir del arte y a partir de los oficios, pues para nosotros es muy importante.

Entendemos que Chile pasó por un proceso traumático -por llamarlo de alguna manera- entonces es un referente para nosotros en todos estos trabajos de la memoria, la lucha por la búsqueda de los desaparecidos. Encontramos muchos puntos en común. También trabajamos con familiares de víctimas de desaparición forzada, entonces todos estos puntos de encuentro a nosotros nos tienen muy contentos de poder ir a compartir esta experiencia y escuchar su trabajo, sus historias y cómo el arte les ha permitido transitar todos estos caminos.

– ¿Qué significa compartir la experiencia que ustedes traen desde Colombia con la experiencia de la memoria y la resistencia?

Para nosotros es muy importante porque hemos trabajado con madres, abuelas, luchadoras, que llevan 30, 40, 50 años buscando a sus seres queridos. Son personas que han pasado por nuestro taller, que están actualmente en nuestro taller y que han sido buscadoras y luchadoras de la verdad. Entonces todas esas historias hacen parte también del ADN de este proyecto.

Para nosotros también es muy importante ir a contar estas historias y a compartir estas experiencias, porque el conflicto colombiano tiene unas características particulares, además de su prolongación en el tiempo. Entonces conocer las experiencias en materia de derechos humanos de ustedes y de las búsquedas, es para nosotros muy importante.

También compartir cómo por medio del arte y del trabajo en chaquira se puede y se genera esa resignificación del pasado, reelaborar la memoria; que nos permiten hablar a un público actual, que nos permite también llevar un mensaje diferente a parte de la denuncia, como de la resignificación, cómo el arte nos permite hacer esa transformación del discurso.

-¿Por qué es importante expandir estos espacios como es el tejido chakana?

El arte, los tejidos y todas estas nuevas formas de expresión nos pueden permitir reelaborar, a partir de formas creativas, estos recuerdos traumáticos de un conflicto que aún en Colombia no ha pasado lastimosamente. Todavía no podemos hablar completamente de un conflicto, porque siguen sucediendo hechos violentos en el país en el marco de violencia política, pero sí podemos decir entonces que el arte nos permite transformar esos recuerdos.

Considero que aquí y en muchas partes del mundo, el arte es un vehículo fundamental para tramitar todos estos recuerdos traumáticos que ha habido en los conflictos. También sirve para dignificar muchas veces a las víctimas, de los sobrevivientes y nos permite reelaborar un poco ese pasado.





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