Más que con análisis históricos o sesudas interpretaciones, los dramas de nuestra historia como mejor se conocen y se evalúan es con los testimonios directos de las víctimas que sufren las inclemencias de la política, de las guerras y de cualquier catástrofe que afecte la convivencia humana.

En toda nuestra trayectoria republicana hay acontecimientos que nos marcan dramáticamente y se instalan en la conciencia colectiva en un “antes y un después”. Es lo sucedido, por cierto, con el Golpe de Estado de 1973, el bombardeo a La Moneda, la muerte del presidente Allende y todos esos terribles atentados contra la dignidad humana y los derechos del pueblo cometidos por los militares y la cruenta dictadura de Pinochet.

Mucho se podrá escribir sobre las ejecuciones sumarias, el exilio, la tortura, la cárcel y otras situaciones que se derivaron de ese 11 de septiembre. Pero nada puede resultar más elocuente en relación a lo sucedido que las cartas, los mensajes y otras ingeniosas formas de comunicación que se derivaron del drama que afectara a millones de chilenos que perdieron a sus seres queridos y nuestra población quedara escindida entre los que pudieron sobrevivir, los que tuvieron que esconderse o huir al extranjero.

El trabajo de recopilación que hace la periodista Miriam Pinto en este libro es impresionante y se constituye en uno de los más conmovedores registros del llamado periodismo de investigación. Un valiosísimo recuento para repasarlo que nos sucedió y alertar a las actuales y venideras generaciones para que NUNCA MÁS tengamos que vivir una pesadilla como ésta.