Juego Mixto es el resultado de tres años de trabajo, donde un objeto inflable de doce metros de diámetro y dos toneladas, que representa una pelota de golf, ha intervenido geografías extremas de Chile: el Valle de los Meteoritos en Quillagua, pueblo aymara ubicado en el Desierto de Atacama y reconocido por la NASA como el asentamiento humano más árido del planeta; el Llano de Chajnantor, a cinco mil metros sobre el nivel del mar, donde está ALMA, el observatorio astronómico más importante del mundo; Provincia Última Esperanza en la Región de Magallanes y Antártica Chilena; y en el mar de Valparaíso, en el contexto del Festival Puerto de Ideas 2015.

Utilizando un ícono de la influencia inglesa en el norte salitrero chileno, el objeto ubicado así, en solitario, en medio de lugares al borde del vacío, parte de un trabajo de escalas para resignificar el paisaje chileno y hablar al mismo tiempo de estructuras de poder. Un registro fotográfico de lo ocurrido en Inglaterra y cuatro grandes video instalaciones con las intervenciones en Chile, ocupan ahora cinco salas del MAC Quinta Normal, proponiendo una experiencia tanto inmersiva como reflexiva de este surrealista periplo.

A cargo de Dagmara Wyskiel, en cada una de las estaciones ha participado todo un equipo de producción que encabeza Christian Núñez. Se han realizado registros audiovisuales por aire y tierra, con un trabajo de sonido único, creado para potenciar especialmente la obra por Fernando Godoy (estación 1) y Zofia Morus (estaciones 2, 3 y 4). La exposición cierra con doce fotos impresas de la intervención con el objeto a escala más pequeña en las calles de Londres y en la costa inglesa.

El proyecto nació en 2013 en Quillagua, en el corazón de la pampa salitrera, desde la investigación de la historia de poder en este territorio y se proyecta en las relaciones humanas de imposición, cualquiera fuese su origen, opina Wyskiel: “ALMA reflexiona sobre nuestra necesidad de conocimiento y sus límites, Provincia de Última Esperanza alude al agua y al tiempo, recursos que se diluyen, y de una gran ilusión de lo inagotable. Valparaíso es un espejo de nosotros mismos, de una urbe que nos enorgullece y entristece a la vez. Finalmente, propongo (como un gesto de cierre de capítulo y del hacerse cargo de varios problemas aún no resueltos) devolver la pelota, donde está su lugar y de donde históricamente llegó, a Europa”.