Raimundo Rubio: A través del ojo del pintor
Fue después de un viaje por el desierto de Atacama que el artista consideró utilizar los cristales de sal como material en sus instalaciones. Creó la primera de ellas en Nueva York, ciudad donde reside, a partir de un encargo de No Longer Empty (NLE), una organización sin fines de lucro, que realiza eventos culturales y programas educacionales en edificios desocupados. Desde ese entonces, Rubio desarrolló una línea de trabajo caracterizada por el despliegue de ramas y delgadas fibras desde pinturas acrílicas abstractas, algunas acompañadas de objetos encontrados como zapatos viejos, bisutería o piezas de computador o también elementos de la naturaleza como bichos, mariposas y flores. En esta especie de escenarios suspende delgados hilos que con paciencia y disciplina rocía más de doscientas veces con agua salificada. Así, va formando cristales de sal condenados a la autodestrucción ante cualquier aumento de humedad que pueda ocurrir en el ambiente.