El traspaso de la participación de la empresa petrolera española Repsol a YPF en Argentina permite al país recuperar parte de los recursos energéticos perdidos hace 10 años atrás, en lo que fue uno de los peores negocios para el Estado Argentino. Eso sí, lo que pareció en principio una ofensiva estatizadora por parte del gobierno de la presidenta Cristina Fernández, empieza a develarse como el mero cierre de una transacción inconveniente para el país y la apertura a nuevos inversionistas transnacionales, como Chevron.