Pese a lo que asegura el lobby nuclear, 35 años después del accidente de Chernóbil, la radiactividad se mantiene. La buena noticia es que, en la reserva de animales de Auvernia (Francia), especializada en la conservación de animales en vías de extinción, acaban de nacer un Coendú y dos Maki Catta.
“Basta de eufemismos: la población de la zona que está ingresando a los hospitales lo está haciendo por envenenamiento. La situación no da para más. ¿O acaso el Estado cree que hay chilenos que pueden seguir viviendo de esa manera?”, señala Matías Asun, director nacional de Greenpeace.
Una bóveda de acero, construida por las empresas francesas Vinci y Bouygues, pasó a cubrir al sarcófago que rodea al reactor nuclear accidentado de Chernóbil para protegerlo de las agresiones climáticas y confinar la radiactividad. Sin embargo, esta cúpula no impedirá que el reactor siga contaminando la atmósfera y el agua.