Ante la idea de que hemos llegado tarde al recambio de la llamada “generación dorada” del fútbol chileno, un ingeniero estadístico que odia ver partidos, un reclutador de jugadores de la tercera división y un migrante chileno que fundó un equipo en Suecia, demuestran que la aparición de Ben Brereton Díaz no fue casual y que hay talentos más allá de las fronteras de un televisor.