A un año de la frase “estamos en guerra”, si bien la estrategia ya no parece atacar a la protesta popular en su conjunto, sigue deslindando la responsabilidad estatal en los hechos de violencia. “Creo que el Gobierno ya no tiene muchos simpatizantes y ocupó lo que sucedió el domingo para decir, bueno, la violencia no está acá”, analiza el cientista político, Carlos Correa.