Por primera vez una gran potencia industrial desconecta tres de sus seis plantas nucleares. Alemania culmina así su plan para dejar atrás la energía atómica, sentando un precedente entre las primeras economías del mundo. En ese contexto, Rusia llena el Nord Stream 2 que está listo para suministrar gas no sólo a Alemania, sino a toda Europa. Pero el regulador lo tiene Berlin.