Muertos, desaparecidos, destrucción material casi sin límites, desolación. Es el panorama dejado por un reguero de desastres que han afectado de modo cada vez más significativo a diversas comunidades humanas a lo largo y ancho del planeta. Son, definitivamente, zonas y territorios castigados de modo implacable por un cambio climático que no da tregua. Frente a ello, Costa Rica brinda un gran ejemplo. Y una esperanza.