Bolivia, y principalmente bajo las administraciones de Evo Morales, ha entendido que el bilateralismo aislado no tiene sentido en un mundo como el que vivimos en este tercer lustro del Siglo XXI. Mantener un conflicto sin posibilidades de catalizar su discusión y la posibilidad de llegar a un entendimiento es una imperiosa necesidad, política, económica y diplomática y no seguir eternamente en una disputa que tanto daño le hace a ambos pueblos.