A partir de un bullado asesinato ocurrido en 1896 que fue argumento para una obra de teatro, dos libros de testimonios y décimas populares, el historiador y escritor Manuel Vicuña inicia un interesante recorrido por la literatura policial y su materia prima: los detectives, los delincuentes y los ríos de tinta vertidos por los reporteros de crónica roja.